29 de Marzo de 2024
Estatal

Nuestras peticiones no prescriben

La democracia no puede subsistir sin la memoria histórica. Socializar la democracia es socializar los derechos.
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*Para nuestros mal querientes de siempre quiero decirles que nunca he observado por parte de ustedes un ejercicio periodístico digno de llamarse de esa forma. Ustedes aspiran a ser consejeros del príncipe, no ha demostrar los abusos y atropellos cometidos en el pasado

| | 23 Abr 2014

A lo largo de las semanas pasadas y mediante el uso de espacios en diversos medios; se le ha dado voz a detractores tanto del movimiento social, como de mi persona.

Estoy totalmente convencido que el fomento a la libertad de expresión es fundamental en una democracia.

Entiendo la labor periodística como el sostén de esa libertad de expresión sobre la cual se ejerce; o se debe ejercer, gran parte de la democracia en México.

Atento a esta noble labor he permanecido respetuoso a las expresiones ideológicas de aquellos que nos han llamado perturbadores del orden social, caciques, explotadores de campesinos, y demás.

Por lo anterior quiero aprovechar este espacio para aclarar las acusaciones sufridas hacia el movimiento de los 400 pueblos y hacia mi persona.

El movimiento nacional de los 400 pueblos surge en 1974 como resultado de una caminata de campesinos de 400 comunidades que solicitaban una audiencia con el presidente Luis Echeverría.

La respuesta gubernamental fue disolver la caminata y llevar a los dirigentes al campo militar número uno.

En conclusión, el movimiento de los 400 pueblos nace de manera independiente.

Pocas organizaciones campesinas tenemos el honor de haber sufrido represiones de ese tamaño y nivel político.

Sirva lo anterior para resaltar que tan legitimo y digno de proteger es la labor periodística como un derecho humano fundamental; como también lo es defender el derecho de asociación, reunión, y manifestación.

Estamos hablando de derechos humanos que protege la constitución.

La democracia no puede subsistir sin la memoria histórica. Socializar la democracia es socializar los derechos; no solo se trata de hacerlos del conocimiento popular, se trata de la capacidad política para reivindicar estos derechos.

Un servidor no puede decirle al hijo del campesino ejecutado por la policía del Estado, a las esposas de los campesinos despojados, a los hijos de los campesinos que han sido estigmatizados por luchar, “olvídalo y déjalo pasar”.

Pasamos de ser un movimiento que buscaba la tierra para los campesinos; a ser un movimiento que aspira al derecho a la verdad.

El objetivo es muy claro; poner a cada quien en su lugar, tanto a la organización en la que milito, como a los que tuvieron el poder en Veracruz, y los que mandaban en México. No podemos pedir más; pero tampoco podemos pedir menos.

Para algunos compañeros de la prensa que comentan que venimos con los reclamos de siempre y a revivir viejas peleas contra actores políticos que ya no forman parte del escenario actual; yo les digo, que flaco favor le hacen al Estado de Derecho y al continuismo de la impunidad al pretender que nos olvidemos tan fácilmente.

En 1989 el presidente Carlos Salinas firmó un convenio con el movimiento donde se comprometió a dotar de tierra a los compañeros. Un año después, en 1990, se suscribió otro convenio que incorporó además de la secretaría de la reforma agraria; a la secretaría de gobernación, la de agricultura y al gobierno del Estado de Veracruz.

Dicho convenio fijaba las fechas para efectuar el reparto agrario y solucionar los conflictos de dotación y tenencia de la tierra. Cabe mencionar que la firma de estos acuerdos fueron el resultado de reuniones, caminatas, movilizaciones y esfuerzos por parte de los integrantes del movimiento; no fueron concesiones gratuitas.

En 1994 Patricio Chirinos; en su calidad de gobernador del Estado; y Ernesto Zedillo, presidente de la república, optaron por la estrategia del desgaste y la represión para no cumplir. El uso de la fuerza pública contra el movimiento fue la única respuesta de los gobiernos; de tal suerte perdimos tierra, maquinaria, vehículos, casas, cosechas.

Fueron años difíciles donde perdimos todo menos la dignidad. Es por eso que no debe importar si fue durante el gobierno de dos o tres gobernadores, dos o tres presidentes atrás; el Estado sigue siendo una institución atemporal que por mandato constitucional debe canalizar, a través de los diferentes gobiernos en turno, el reclamo social. Nuestras peticiones no prescriben.

Fue de llamar mi atención las muestras de repugnancia e indignación expresadas por algunos miembros de los medios hacia la forma de manifestarse por parte del movimiento.

Quiero recordarles que gracias a este ejemplo de valor cívico se nos ha emulado en Uruguay a las afueras del recinto parlamentario; en España dentro del propio recinto legislativo; en Francia frente al museo de Louvre; en Ucrania durante las pasadas elecciones; y en Perú y Venezuela también se dieron ejemplos de protestas similares.

Lo anterior quiere decir que no solo exportamos petróleo, migrantes y autopartes; también exportamos ideales de lucha, resistencia y dignidad.

Para nuestros mal querientes de siempre quiero decirles que nunca he observado por parte de ustedes un ejercicio periodístico digno de llamarse de esa forma. Ustedes aspiran a ser consejeros del príncipe, no ha demostrar los abusos y atropellos cometidos en el pasado.

Tenemos décadas pidiendo justicia, nos han quitado amigos, hermanos, tierras, comida, casas, sustento; créanme, después de tantos años de lucha, lo que menos nos da pena es desnudarnos. Protestamos desnudos, con nada más que nuestra dignidad encima. Lo que a mí me da indignación y repugnancia no es unos campesinos en ropa interior bailando en el centro y pidiendo justicia; lo que a mí me da indignación y repugnancia es el político que no vive para sus ideales, el periodista que vende su pluma a cambio del beneficio económico; lo que a mí me da indignación y repugnancia es la compra de conciencias, la venta de la dignidad, y la proliferación del vasallaje político.

Sin otro particular quiero agradecer al espacio brindado por los medios para la publicación de esta carta. Que sea para el bien de la prensa en Veracruz y para el desarrollo de la vida democrática del país.