28 de Marzo de 2024
Nacional

Cárteles se disputan corredor de amapola


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*El municipio Heliodoro Castillo, campo de batalla de Guerreros Unidos y Los Michoacanos

| | 21 May 2015

El municipio de General Heliodoro Castillo, Guerrero, es el mayor productor de heroína y mariguana del sur del país. Hasta el año pasado había una pequeña base militar, ahora sólo hay tres policías, el resto huyó por miedo; las escuelas están semiabandonadas y hay varias casas quemadas. La incursión de civiles portando armas de gran capacidad y despliegues tácticos ha sido constante desde hace cuatro años y con ellos los asesinatos, desapariciones y pobladores desplazados.

Este martes, a partir de las ocho de la noche, se registró la más reciente escena violenta en la zona, el enfrentamiento de dos grupos criminales que disputan el territorio, y que provocó que el intercambio de disparos se prolongara de forma intermitente durante más de 12 horas.

Aunque el municipio de General Helidoro Castillo está a poco menos de tres horas de la capital de Guerrero, elementos del Ejército, Gendarmería, policía estatal y de la Procuraduría de Justicia tardaron más de 16 horas en llegar, después de que recibieron la primera alerta el martes por la noche.


CONTROL DE SEMBRADIOS
Esta vez los municipios afectados por la violencia fueron dos, Heliodoro Castillo y Leonardo Bravo, ambos enclavados en la sierra de Guerrero y en los que la calidad de sus tierras, el acceso al agua y lo agreste de su topografía que aísla a varias de sus 272 comunidades y de sus más de 17 mil habitantes, los ha convertido en lugares de gran producción de amapola y mariguana.

El crecimiento y consolidación de las organizaciones criminales dedicadas al tráfico de drogas, y que han logrado sumar a sus filas exguerrilleros, les ha permitido en esa zona, de acuerdo a información de inteligencia del gobierno federal, amplificar los puntos de siembra, aumentar la calidad de la hoja y construir en esas zonas bodegas y laboratorios clandestinos que les permite procesar la heroína en pasta base y sacarla empaquetada y lista para su envío.

Es por eso que, durante décadas, esas cualidades geográficas han convertido a pobladores, de gran parte de las comunidades, en colaboradores voluntarios e involuntarios de esos grupos, siendo contratados para todo el proceso de los enervantes.

Tradicionalmente dominaban el Cártel de los hermanos Beltrán Leyva en esa zona; sin embargo, hace por lo menos cinco años la situación se modificó ante la muerte o captura de varios de sus líderes, luego la escisión de las organizaciones que eran sus operadores en la región y sumado a la pelea entre organizaciones rivales, como Los Templarios, detonó la violencia que ha generado asesinatos, desapariciones y el desplazamiento de familias completas.

Los ataques directos a pobladores fueron reportados públicamente, por lo menos, desde 2011 y cada vez que ocurrieron creció el nivel de violencia. Por ejemplo, para 2013 se reportó el secuestro de 14 habitantes de las comunidades, de quienes hasta ahora se desconoce su paradero.

Esta vez, los informes recabados señalan que alrededor de las 8 de la noche del martes se escucharon los primeros disparos, los cuales se extendieron durante la madrugada en lo que parece fueron varios choques entre los grupos rivales con armas de alto calibre, por la densidad de los disparos.

Algunos testimonios señalan que se trató de un enfrentamiento entre integrantes del grupo de Los Guerreros Unidos, que se mantienen en la región, contra Los Michoacanos, que incluye a La Familia y Los Caballeros Templarios.
Los enfrentamientos se repitieron de forma intermitente a largo de la noche y de la mañana del miércoles, en diferentes puntos entre los municipios de General Heliodoro Castillo y Leonardo Bravo.


AUXILIO QUE NO LLEGA
Desde 2011 los pobladores han pedido ayuda a las autoridades, se llevaron a cabo operativos temporales, pero una vez que se retiraban las fuerzas federales al poco tiempo regresaba la violencia.

Así pasaron los años, familias completas tuvieron que huir, varias escuelas y telesecundarias se quedaron sin profesores y algunos comercios cerraron. Al no recibir apoyo incluso los pobladores se armaron para defenderse por su cuenta, porque había un comando de entre 50 y 100 hombres, a los que identificaban como fuereños y varios de ellos originarios de Michoacán, que estaba incendiando casas, secuestrando y matando inocentes en la zona de la Sierra, pero no pudieron pelear con tan poca capacidad de fuego.

La confrontación entre grupos criminales por lo menos inició en 2010, de acuerdo a la información disponible y que ha obtenido EJE CENTRAL. La principal razón, la presencia de los que se identificaban entonces como Los Caballeros Templarios, quienes querían extender el control de los cultivos desde la zona de Tierra Caliente hasta la Sierra.

Para ello aprovecharon dos cosas, la disminución de poder de los Beltrán Leyva y que lograron sumar a sus filas a una célula de exguerrilleros de la región; esto último les ha permitido tener movilidad y control de comunidades en la parte alta de la montaña.

La violencia que se desató incluyó asesinato de pobladores, porque los vinculaban con sus rivales y estaban haciendo una supuesta “limpieza”. El número exacto de muertos se desconoce, porque los habitantes tienen miedo de denunciarlo y sus cuerpos habrían sido enterrados por los sicarios en fosas clandestinas.

En 2011 el Ejército implementó lo que denominó el Operativo Tlacotepec, con el que prácticamente sitiaron la zona, buscaron laboratorios y almacenes escondidos con droga, y erradicaron cultivos, los cuales al verlos confirmaron era de una planta de mayor calidad y cantidad. Sólo en cinco días, los militares localizaron tres laboratorios para procesar heroína, 11 kilos de esa droga listos y más de ocho toneladas de marihuana que fue incinerada. Poco después se marcharon.

Y la violencia volvió, intermitente y feroz. Desde entonces, las clases en el jardín de niños, primaria y telesecundarias se han vuelto intermitentes, lo que se traduce en que unos 150 menores tienen un acceso limitado a la educación.

En cada ataque, los pobladores huían. Al principio habitantes de las diferentes comunidades de los municipios de Heliodoro Castillo Apaxtla de Castrejón y San Miguel Totolapan, se asentaron en la cabecera municipal del primero, en Tlacotepec, donde llegaron a contabilizarse unas mil 200 personas que prácticamente vivían en una situación de mendicidad, porque huyeron sin nada. Cuando la violencia disminuía regresaban a sus casas y al poco tiempo huían de nuevo.

Desde 2011, las autoridades municipales del Heliodoro Castillo pidieron apoyo urgente a las autoridades estatales y federales para poder atender a los desplazados, pero la ayuda sólo se cristalizó en despensas.

Pero el incremento de la violencia provocó que permanecer en Tlacotepec ya no fuera seguro, por eso huyeron a otros más alejados o incluso fuera de Guerrero. Organizaciones civiles calculan que en un año, por miedo 2 mil personas abandonaron los municipios de Heliodoro Castillo y sus dos vecinos Apaxtla de Castrejón y San Miguel Totolapan, dejando todas sus pertenencias e incluso familiares desaparecidos.

Se colocó hasta 2013 un destacamento militar en las inmediaciones del poblado de Xochipala, en el municipio de Eduardo Neri, vecino del lado norte de General Heliodoro Castillo, colocado en ese punto porque conecta la región centro con la Sierra.

Pero los militares sólo permanecieron ocho meses y a mediados del año pasado se retiraron, la violencia que no había desaparecido se recrudeció una vez más. Justo días después del retiro castrense, un grupo criminal bloqueó algunos caminos y comenzó a pedir cuotas a los transportistas y pasajeros. Por seguridad se suspendió el servicio durante casi una semana, desde Tlacotepec a Iguala y Chilpancingo, lo que generó desabasto de víveres y combustible en 80 comunidades del municipio de Heliodoro Castillo.

La comunidad hizo una asamblea popular y se acordó que varios de los pobladores fueran a Chilpancingo a denunciar lo que ocurría, y pedir ayuda, porque el jefe de la policía municipal, Raymundo Catalán Nájera, no podía garantizar la seguridad de la zona, con los tres policías que tenía a su mando, el resto de los agentes, unos 25, huyeron en 2013 tras un ataque, y los otros 25 no aprobaron los exámenes de control de confianza.

Nuevamente sólo llegó la ayuda militar y policiaca de manera temporal, apenas unas semanas y se retiraron.


ESTRATEGIA Y TÁCTICA
La información disponible muestra que hay varios elementos que distinguen a ese grupo, al que ahora denominan Los Michoacanos o Los Pintos:

-El uso de ropa de camuflaje muy parecida al Ejército y a la Armada, la mayoría sin escudos y en algunos casos similares a los de la Marina.

-Portan equipo táctico: botas, chalecos, sistema de comunicación, lo que muchas veces confundió a la población, pensando en principio si se trata de autoridades reales o sicarios disfrazados.

-Utilizan fusiles AK-47 y AR-15, así como lanzacohetes y lanzagranadas, además de camionetas todoterreno, algunas de ellas parecieran blindadas y con distintivos similares a las que usa la Marina.

-Los pobladores los identifican como “fuereños”, tanto por sus rasgos, como por su lenguaje y comportamiento, pero cuentan con personas que sirven como sus asistentes y escoltas que los guían, quienes sí son de la zona.

-Este grupo se distingue porque la toma de comunidades es estratégica y con desplazamientos tácticos, controlando el territorio y atacando objetivos específicos.