28 de Marzo de 2024
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¿Qué hacer con el elefante en la sala?

01 Dic 2014 / *Se trata de un mastodonte de grandes proporciones nunca visto en la historia reciente del país. Que yo recuerde, no había surgido la sospecha tan real, tan palpable, de un posible conflicto de interés por parte de un mandatario en funciones. Las historias de malos manejos de los presidentes y/o sus familias siempre aparecían en el año más difícil del sexenio, el séptimo, cuando ya estaban fuera de Los Pinos. Así le ocurrió a López Portillo y Salinas

Ahí estaba el elefante en la sala. Todo mundo lo podía ver. Y, sin embargo, el Presidente no dijo nada sobre el enorme paquidermo. Lo ignoró. Hizo un diagnóstico sobre la violencia e inseguridad. Anunció múltiples medidas para fortalecer el Estado de derecho. Pero no tocó el tema que tiene herida a su Presidencia: la llamada Casa Blanca. De eso: ni una sola palabra. Como si el elefante no hubiera estado presente en el patio central de Palacio Nacional. Como si nadie lo estuviera viendo.

Se trata de un mastodonte de grandes proporciones nunca visto en la historia reciente del país. Que yo recuerde, no había surgido la sospecha tan real, tan palpable, de un posible conflicto de interés por parte de un mandatario en funciones. Las historias de malos manejos de los presidentes y/o sus familias siempre aparecían en el año más difícil del sexenio, el séptimo, cuando ya estaban fuera de Los Pinos. Así le ocurrió a López Portillo y Salinas.

En el ritual sexenal del sistema autoritario mexicano, el Tlatoani en funciones aprovechaba esto para quemar la imagen del Tlatoani anterior. Pero hoy las cosas son diferentes. Para empezar ya no hay Tlatoanis. Hoy tenemos presidentes que, si bien cuentan con muchos poderes formales e informales, se encuentran más expuestos y limitados que en el pasado. Hoy, por ejemplo, el caso de la Casa Blanca surgió en los medios. Hoy, es posible escribir esta columna sin temor a la censura. Hoy, gracias a las redes sociales, la ciudadanía se entera en tiempo real. Hoy, la gente tiene poderosas herramientas para opinar y debatir acerca de la actuación presidencial.

La otra diferencia con el pasado es que la duda sobre una actuación incorrecta le está ocurriendo al Presidente en funciones y con cuatro años por delante al frente del gobierno. No hay duda: para Peña resulta muy complicado el hablar de un tema tan espinoso como el de la cancelación de la licitación del tren México-Querétaro y la posterior revelación, gracias a un estupendo reportaje de Aristegui Noticias, de que uno de los ganadores de dicho proyecto, Grupo Higa, es el dueño y financiador de una mansión de la primera dama.

En Los Pinos decidieron que convenía hablar poco del tema. Que el vocero presidencial diera una primera explicación, luego de que Angélica Rivera otorgara más detalles y que el Presidente hiciera pública su declaración patrimonial. ¿Alcanzará esto para minimizar el tamaño del elefante en la sala?

Si bien el paquidermo siempre estará presente de aquí en adelante, en Los Pinos apuestan que eventualmente se hará más chiquito al ignorarlo. Piensan que aparecerán nuevas historias que jalarán la atención mediática y que la gente se irá olvidando. Ayudará mucho si la economía crece como ellos esperan.

Pero también es posible que, al no hablar del elefante en la sala, éste vaya haciéndose cada vez más grande. Que, ante la falta de explicaciones convincentes y el reconocimiento de que esto se ve mal, el asunto crezca en la opinión pública.

Supongo que en Los Pinos estarán calibrando el tema. Lo cierto es que no está nada fácil decidir qué hacer con dicho paquidermo de tal suerte que no acabe aplastando al Presidente.

Hay a quienes les gustaría ver al mastodonte aniquilando a Peña de una vez por todas. Se trata de un escenario que, en estos momentos, no le convendría al país. Estamos en una crisis de debilidad y credibilidad de las instituciones. Si el Presidente cae, como muchos sueñan, la crisis se profundizará más con consecuencias muy lamentables para la economía nacional. ¿De verdad queremos eso?

Yo no. Pero tampoco quiero que la Casa Blanca no tenga consecuencias positivas para el país. Lo que me gustaría es que esta historia sirviera de acicate para un cambio real. Que la clase política tomara medidas serias para acabar con la corrupción gubernamental. Se va a necesitar mucha presión social porque, como bien dice un amigo, hay muchos políticos con grandes fortunas hechas al amparo del poder y, en este sentido, en realidad tenemos una manada de paquidermos en la sala.

Twitter: @leozuckermann

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