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27 Ene 2015 / *El tricolor, a lo largo de estos años de alternancia democrática, se ha dado cuenta que su marca tiene un techo: alrededor del 30 por ciento de la votación nacional
Sin el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), Peña Nieto no hubiera ganado la elección presidencial de 2012. Del 39 por ciento de votación efectiva que obtuvo, treinta puntos se los dio el PRI y nueve puntos el PVEM o la alianza del tricolor con ese partido. En otras palabras, de los 19 millones de votos efectivos a favor de Peña, el 76 por ciento lo proporcionó el partido del hoy Presidente y el 24 por ciento restante su aliado el Verde. ¿Aliado o marca alternativa? Esa me parece que es la pregunta interesante. Tiendo a pensar que el Verde se ha convertido más bien en una segunda marca del PRI.
El tricolor, a lo largo de estos años de alternancia democrática, se ha dado cuenta que su marca tiene un techo: alrededor del 30 por ciento de la votación nacional. Es muy difícil que el PRI suba de este porcentaje. No es un techo nada despreciable: representa el número uno de todos los partidos políticos en México. Esto gracias a que tienen la mejor maquinaria de movilización territorial del país. Pero dicha maquinaria, basada en mecanismos clientelistas, no da para más porque el electorado independiente es, en general, antipriista. A escena entra, entonces, el Verde. En mercadotécnica, si una marca encuentra un techo de participación de mercado (no crece más al llegar a cierto umbral) pues no queda de otra más que empaquetar el producto de manera diferente bajo el emblema de una marca alternativa.
Es lo que el PRI ha hecho con el Verde y lo que el Verde ha permitido que suceda porque les ha convenido. Pero, ojo, el producto es el mismo. Ambos partidos comparten las misma plataforma de políticas públicas. Ambos presentan a los mismos candidatos. Cuando no van en alianza, presentan candidatos con el mismo perfil, aunque a los más veteranos los ponen a competir por el PRI y los más jóvenes por el Verde. Ambos son partidos muy pragmáticos y ambos tienen las peores credenciales en materia de corrupción. Además, ambos tienen cercanía con las televisoras y les abren espacios para que metan a sus empleados al Congreso. Son, no nos hagamos bolas, idénticos: al votar por el PRI o por el Verde, el elector obtiene el mismo producto.
Pero el producto va empaquetado diferente con otra marca. El Verde aparece como más “moderno” y con el toque políticamente correcto de “ecologista”. Eso atrae a mucha gente, sobre todo jóvenes, quienes, despistados, realmente piensan que están votando por un partido al que le preocupan los temas ambientales. En realidad estos temas son lo que en mercadotecnia se conoce como un gimmick, un truco para encubrir la realidad, en este caso los verdaderos intereses políticos del PVEM: otorgarle al PRI los votos que los priistas no logran con su propia marca y poder seguir medrando del presupuesto público.
Si el PRI se distingue por su eficaz estrategia de movilización territorial, el Verde por sus campañas de aire: son muy hábiles para obtener votos manipulando al electorado con spots de radio y televisión atractivos, que usan a actores de televisión como figuras públicas y que ofrecen propuestas populares como, en alguna ocasión, “pena de muerte a secuestradores” (no importa lo absurdo que esto significa para un partido supuestamente en contra de que maten toros pero a favor de que ejecuten humanos). Los del Verde se han especializado en levantar encuestas y grupos de enfoque para diseñar sus campañas (si mañana encuentran que la mayoría de la gente adora las corridas de toros, rápidamente se convertirán en taurinos). Además, siempre encuentran huecos en la ley para adelantarse a los tiempos electorales y ostensiblemente compran coberturas mediáticas.
El resultado ha sido, sin duda, exitoso. De acuerdo a las últimas encuestas, las intenciones de voto a favor del Verde están por ahí del diez por ciento. El PRI, en cambio, anda por el 30 por ciento. Estamos hablando prácticamente de los mismos porcentajes que le permitieron ganar a Peña Nieto. En este sentido, la “empresa política” que maneja las marcas “PRI” y “PVEM” suman unos cuarenta puntos porcentuales: son, de lejos, la primera fuerza electoral rumbo a los próximos comicios porque han encontrado una buena fórmula de mercadotecnia empaquetando el mismo producto bajo dos marcas diferentes.
Twitter: @leozuckermann
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