Por Carlos Duayhe Villaseñor
En efecto, Angélica Abelleyra es antes que nada una mujer que jamás está quieta en el conocimiento y en la creación; del átomo al infinito que encierra a final de cuentas, la cultura. Como ella misma se define: literatura, pintura, cine, ensayo, novela histórica, poesía, “son básicas para mi vida”; al igual que atesora a su familia y amigas y amigos varios, al respeto, a los derechos de todos. También la invaden sus recuerdos tantos como sus múltiples retos en camino y los que sueña por emprender. En fin, sus grandes amores por Guatemala y México que no oculta y que valen tanto como ella misma. Que mejor nos lo diga:
-Angélica ¿cómo te iniciaste en actividades periodísticas?
-Mediados de la década de los ochenta: estudiaba Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Xochimilco, y una amiga en la licenciatura me contó a mí y a un clan de cuates que había una vacante de auxiliar de redacción en el periódico unomásuno, “El Diario” de aquel entonces por ser el que estaba transformando el periodismo tanto en el ámbito político como social y cultural. Los integrantes de la tribu fuimos a hacer el examen respectivo y la afortunada para el ingreso resulté ser yo.
Fui “huesito” -lamentable mote con el que nos llamaban pero que con el tiempo logramos quitarnos de encima, lo mismo que la nada noble tarea de ir por las tortas y los refrescos- entre la mesa de redacción y las áreas de Internacionales,
Corresponsales y Cultura.
Ésta última fue la sección que me interesó desde entonces. Contaba con una plana excepcional de reporteros, unos más jóvenes que otros, en donde hallé un grupo de amigos, colegas y maestros: Braulio Peralta, Adriana Malvido, Patricia Cardona, Fernando de Ita, Víctor Roura, Javier Molina, Fernando Belmont, Ricardo Yáñez, por citar a los más cercanos. Y en mis andanzas entre secciones, logré publicar una primera plana en coautoría con David Siller con un reportaje sobre jóvenes y su realidad en aquella época de 1983. Pero la sección de Cultura fue desde entonces mi hogar, el lugar que acogería mis esfuerzos.
Aquel año (1983-1984) que transité en unomásuno fue fundamental en mis aspiraciones periodísticas ya que descubrí en sus páginas —más en calidad de lectora que como redactora, aún haciendo mis pininos- nuevas formas narrativas en
el periodismo y de temas que en la prensa más tradicional ni siquiera eran atendidos: crónica urbana, entrevistas que lograban profundidad en el abordaje y extensión en cuartillas, ensayo casi sociológico, reportajes amplios llenos de color y datos.
-¿Y después?
-Mi llegada a La Jornada en 1984 fue la base para mi trayecto que ya suma 38 años.
Allí inicié también como auxiliar de redacción en la sección de Cultura y pronto me hice cargo de los temas de Artes Plásticas y de Literatura en ocasiones.
Fueron 15 años de aprendizaje, algunos yerros y mucho entusiasmo porque me daba la oportunidad de conocer y acercarme no sólo a movimientos, polémicas y corrientes artísticas sino a artistas y a intelectuales que me marcaron.
Tras esos tres lustros en el diarismo “jornalero”, y con el fin de concluir un libro, tomé la vía independiente y he transitado por ella a lo largo de 22 años en medios impresos, digitales y en la televisión cultural.
-¿Quiénes han sido tus maestros y compañeros fundamentales?
Como colegas, han sido fundamentales Braulio Peralta, mi amigo y mi jefe en La Jornada, con quien mantengo una relación fraterna; Adriana Malvido, colega con la que hice reportajes sobre robo de arte sacro en México, por ejemplo, que significó viajes, aprendizaje y mucha diversión a la hora de reportear y escribir; Miguel Ángel Granados Chapa, quien en su cargo como uno de los tantos subdirectores de La Jornada, me prodigó palabras de aliento sobre mis escritos; Carlos Payán, director de entonces, y quien se ponía a recitar poemas cuando me tocaba la guardia e iba a
consultarle la primera plana de Cultura cuando fallecía un famoso, como Luis Cardoza y Aragón o Rufino Tamayo.
-¿Y de tus maestros?
Como maestros, han sido muchísimos desde entonces y hasta ahora, como pautas bibliográficas que me apoyan en mis clases de periodismo o en mis abordajes periodísticos.
Son mis referentes: desde Rysyard Kapuscinski, Alma Guillermoprieto, Álex Grijelmo, Nuccio Ordine, Jon Lee Anderson, Martín Caparrós, Miguel Ángel Bastenier, Leila Guerriero y Javier Darío Restrepo, hasta John Berger, Octavio Paz, Rosa Montero, Gabriel Zaid, Alejandro Rossi, Fernando Pessoa.
La literatura, la pintura, el cine, el ensayo, la novela histórica, en especial la poesía, son básicas para mi vida.
-¿De tus experiencias profesionales ¿cuáles recuerdas con más presencia?
-Todas las que menciono son fundamentales pero las cito con un orden cronológico:
1990.
Una suerte que me marcó en mi ruta profesional fue haber estado en Nueva York en el momento en que le fue notificada a Octavio Paz la noticia del otorgamiento del Nobel de Literatura en 1990.
Había estado cerca de un mes en NY para hacer reportajes sobre la exposición “México, esplendores de 30 siglos” y el programa cultural alterno no sólo en el Museo Metropolitano (MET) sino en varias galerías de la ciudad. Ese 11 de octubre, corrí al hotel The Drake en donde se hospedaba el poeta en Nueva York -junto con el periodista Armando Ponce, de Proceso- y Paz fue generoso al otorgar tiempo a sus paisanos para entrevistarlo por separado, pero sin hacer la larga fila de solicitudes de la prensa internacional que aguardaba en el lobby del hotel. La genial Berta
Cuevas -esposa de José Luis, el pintor- nos ayudó a esquivar a los guaruras que resguardaban cada uno de los pisos del hotel neoyorquino.
1999-2000
De mis experiencias más ricas y fructíferas puedo destacar mi estancia de un año en Oaxaca para entrevistar a Francisco Toledo, en pos de la realización del libro “Se busca un alma. Retrato biográfico de Francisco Toledo”, publicado en 2001 por Plaza & Janés.
Un personaje complejo, estricto, muy (auto) crítico y estupendo por sus aportaciones en lo social y cultural de su estado natal. Con el paso del tiempo me doy cuenta de lo afortunada que fui al poder tener ese tiempo de cercanía
profesional con un artista tan inconforme con su estar en el mundo.
2000-2001
Aunque ya tenía algunos pasos dados en Canal 22 con cápsulas y series sobre artes plásticas y diversas formas de abordar el cuerpo, y las “discapacidades”, lo novedoso en mi trayecto fue mi incursión en la televisión “comercial”, con la invitación que Carmen Aristegui y Javier Solórzano me hicieron para formar parte del programa “Círculo Rojo” (año 2000), con reportajes sobre temas culturales.
Recuerdo con especial entusiasmo las cápsulas de 6 minutos (¡un océano de tiempo para la tv!) con entrevistas a Manuel Álvarez Bravo, Lola Olmedo, Francisco Toledo y el genial Sebastiao Salgado, por citar algunos; así también una mesa redonda sobre falsificación de obra de arte, un tema por demás complejo y polémico, sin solución a la vista. Estar en el 2, “El Canal de las Estrellas” me demostró que “hasta mi tía Tatita” había podido ver alguno de los programas y algo de mis andanzas reporteriles, lo cual significaba gusto y susto a la vez.
2007
Tengo muy presentes a todas las pintoras, escritoras, activistas sociales, escultoras, músicas, bailarinas… que integraron la columna “Mujeres Insumisas”, publicada por en el suplemento La Jornada Semanal y que daría luz a un libro homónimo, editado en 2007 por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL).
El poeta Hugo Gutiérrez Vega me había sugerido el nombre de la columna al invitarme a escribirla y donde figuraron cerca de 300 mujeres, entre ellas “mis insumisas” preferidas: Leonora Carrington, Helen Escobedo, Rosario Ibarra, Ester
Seligson, Lourdes Grobet, Graciela Iturbide, Marta Palau, Raquel Tibol, por mencionar a unas cuantas.
2008 y 2009
Desde su fundación en ambos casos, integro dos organismos independientes que son importantes para mi desarrollo profesional y de amistad.
El Museo de Mujeres Artistas (MUMA), que es un museo virtual iniciado en 2008 bajo la coordinación de la fotógrafa Lucero González. Formo parte de su consejo consultivo junto con artistas, críticas e historiadoras del arte y artistas como Magali Lara, Carla Rippey, Karen Cordero, Mónica Mayer.
En el segundo caso, integro el Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura (GRECU), creado en 2009 como colectivo pionero en el análisis y de la economía y la gestoría cultural. Inició con el cobijo de la UAM Xochimilco, mi alma mater y de
muchos de los integrantes del grupo, pero el GRECU finalmente se ha decantado por una vida totalmente autónoma. Realizamos investigación, debates, editamos libros y un portal cultural denominado Paso libre, en el cual colaboro con textos y podcasts.
2013
Recuerdo con especial afecto a Rogelio Naranjo, dibujante excepcional de quien también logré una convivencia en su espacio vital y creativo para conocer su trayectoria y sus intereses más personales, todo con el fin de realizar la curaduría de la exposición retrospectiva a mi cargo (junto con Áurea Ruiz) en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, en 2013. Se llamó “Vivir en la raya” y me significó un intercambio de palabras y preguntas con un caricaturista en apariencia hosco y desconfiado pero que con el trato se convirtió en un hombre muy divertido,
entrañable y con una convicción ética cabal.
2020-2022
-Otra experiencia que me deja un sabor dulce en la boca fue mi participación en el proyecto de la escultora Miriam Medrez, quien generosamente me invitó a ser parte del grupo de trece escritoras que “hablaron” sobre el cuerpo y la ropa que nos cubre. Se llamó “Vístome, palabras entretejidas” y se conformó por trece vestidos confeccionados por Medrez a partir de textos en donde relatamos nuestras visiones sobre el significado del vestirnos. El resultado fue una exposición que viajó (entre 2020 y 2022) por museos y galerías en Monterrey, Saltillo, Ciudad de México y Xalapa.
Mi relato giró entorno del encuere masivo al que nos convocó Spencer Tunick en mayo de 2007 en el Zócalo capitalino, y cómo la desnudez generó una hermandad entrañable entre los 18 mil que nos congregamos, pero también cómo la ropa
marcó una distancia notable entre hombres y mujeres cuando los primeros se ataviaron con sus ropas y nos observaron con distancia, celular en mano para tomar fotos, y mucha frialdad a las mujeres que continuábamos desnudas para unas tomas fotográficas grupales, sólo femeninas y hacia el final de la jornada.
Por dicha, ahora tengo “mi vestido” en un pequeño espacio de mi sala.
2020 a la fecha
-En el estos momentos, tengo muy presente la enorme carga de aprendizaje al lado de Miriam Kaiser, la promotora cultural que suma más o menos 40 años de servicio público en el ámbito de la cultura en México. Este 14 de diciembre de 2022 recibió la Medalla Bellas Artes en Artes Visuales por sus aportaciones que suman coordinación de museos, exposiciones internacionales y muchos eventos culturales que la han convertido en una gestora fundamental en la vida del país. También tuve el privilegio de entrevistarla por un año para hacer el libro que se editará en el 2023
por la UANL.
Todos estos creadores que he enlistado tienen mi especial reconocimiento y gracias al periodismo he tenido la vía para subrayar sus aportaciones, sus personalidades complejas y su papel en la vida cultural del país.
-¿Y de tu carrera en la era digital?
-Creo que la era digital nos ha impuesto muchos retos y la urgencia de seguir aprendiendo de herramientas que ya no son tan nuevas. No nos queda más que sumergirnos en lo digital para lograr que se lean nuestros escritos, se escuchen
nuestros podcasts o se miren las cápsulas que editemos en video o en televisión.
La profesionalización es la única salida para no ser presas de la propagación de fake news y saber discernir entre la avalancha de noticias reportadas con profesionalismo y otras que son chismes, falsedades e invenciones y que por desdicha inundan la Internet.
Por mi parte he sentido la necesidad de tomar cursos virtuales sobre cómo escribir en la web, de periodismo digital, derechos humanos, periodismo con perspectiva de género, sobre salud mental y periodismo, impartidos por universidades, organismos civiles y colectivos de periodistas.
-En cuanto a las redes sociales…
-En el marasmo de todo lo que alimenta la Internet, las redes sociales son una herramienta más para tener información a la mano y, si se quiere y se tiene el estómago suficiente, ser parte de la conversación virtual.
Eso sí, es nuestra tarea ver cuál es el periodismo preciso y certero que vale la pena replicar o ahondar o comentar, y qué es lo mucho desechable de ese universo; incluso en las polémicas, es mejor hacerse a un lado y guardar silencio cuando no se sabe o no se quiere una enfrascar en una polarización.
Porque las redes sociales son una prueba para no caer en una postura polarizante que no lleva a nada más a que generar odios y linchamientos.
Como periodistas tenemos una gran responsabilidad en no alimentar los extremos porque no son reales y la vida tiene muchos matices, como el periodismo.
De Grecu:
Angélica Abelleyra
Periodista cultural especializada en artes visuales y literatura tanto en medios impresos como digitales y en televisión. Es licenciada en Comunicación por la UAM Xochimilco y es autora entre otros libros de Se busca un alma. Retrato biográfico de Francisco Toledo (Plaza & Janés, 2001) y Mujeres Insumisas (UANL, 2007). Hizo la coordinación editorial y la curaduría de la retrospectiva en el Centro Cultural Tlatelolco/UNAM, Rogelio Naranjo, Vivir en la raya (Ed. Turner, UNAM, 2013). Es coautora de los libros Héctor Xavier, el trazo de la línea y los silencios (junto a Dabi Xavier, UV, IVEC, 2016) y De arte y memoria. Bela Gold, una propuesta visual desde los archivos desclasificados de Auschwitz (UAM). Integra el consejo consultivo del Museo de Mujeres Artistas, MUMA.
Algo más:
Vida Yovanovich.com 1 Soledades Sonoras / Angélica Abelleyra
Un largo camino nos espera: recorrer pasillos, atravesar marcos de puertas inexistentes y cruzar un patio antiguo para llegar a un pequeño laberinto desde el cual comenzamos a escuchar voces.
En la sombra, dos habitaciones ocupadas por la inabarcable presencia de mujeres proyectadas en los muros nos indican que llegamos a nuestro destino: “Soledades Sonoras”, la instalación con la cual Vida Yovanovich continúa con su
experimentación de la interioridad humana. Si antes la fotógrafa captó el cuerpo y el alma de las ancianas en los asilos para conformar su serie “Cárcel de los sueños”(1997), ahora se tomó cinco años de lento y puntual acercamiento con las
reclusas de varias cárceles en México, para descubrirnos sus historias.
Historias de abusos, golpes, maltrato y violencia que quizás pueden ayudar a que nosotros – parte de una sociedad que juzga y condena- alcancemos a comprender los múltiples motivos de su acción ligada a las drogas, la desesperación, el odio y la muerte.
Ya inmersos en el laberinto, somos testigos de universos ante los que somos indiferentes. Pero aquí no nos queda más que mirar a nuestro alrededor y dejar que oídos y ojos capten los rostros, las rejas, los lamentos y las marcas que la cárcel deja en estas mujeres tan ocultas que ahora son visibles mediante su voz.
Trece testimonios de arrepentimiento, duelo, convicción, culpa y humillación delcentenar que Vida reunió en un lustro de su vasta trayectoria profesional con la cámara; una constante y lenta carrera por aprehender y aprender de las personas, del tiempo y los sitios, no sólo a través de la imagen fotográfica tan contundente como polisémica sino mediante los suspiros, las lágrimas y los anhelos de estas mujeres dolidas, valientes y abandonadas en tantos niveles como la suma de sus años sin libertad. ABELLEYRA, Angélica. “Soledades Sonoras”. Arte al día (News Mex). Año 3, No. 19, febrero 2005.