18 de Junio de 2025
Internacional

Amplifican colombianos operaciones en México


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*Los últimos dos crímenes ocurrieron con 14 días de diferencia y las autoridades consideran que podrían estar vinculados. El primero sucedió en el estacionamiento de un Sanborns, en San Miguel Chapultepec, y el segundo fue apenas el martes pasado, en un café del Centro Comercial Interlomas, en Huixquilucan

Agencias . | Ciudad de México | 11 Ago 2014

En un radio de tan sólo 38.5 kilómetros, un total de seis colombianos han sido asesinados en los últimos 24 meses en el Valle de México. A todos ellos se les investiga por sus posibles vínculos con el crimen organizado.

Los últimos dos crímenes ocurrieron con 14 días de diferencia y las autoridades consideran que podrían estar vinculados. El primero sucedió en el estacionamiento de un Sanborns, en San Miguel Chapultepec, y el segundo fue apenas el martes pasado, en un café del Centro Comercial Interlomas, en Huixquilucan.

En todos los casos, los asesinatos han sido cometidos por un grupo de tres o cuatro personas que cumplen tareas de vigilancia, respaldo y movilidad, el sicario que está entrenado sorprende a sus objetivos en lugares públicos, por lo que parecen más vulnerables al no estar alerta, y cometen el ataque de forma rápida, directa y precisa, sin causar daños colaterales. Las autoridades no descartan que se trate de comandos colombianos en disputa.

Al encontrarles a las víctimas identificaciones falsas, incluyendo credenciales del IFE y pasaportes mexicanos, con una estancia poco clara en México y su alta capacidad económica no justificada, ha provocado que las autoridades del Distrito Federal y del Estado de México enfoquen sus pesquisas, para aclarar su muerte, hacia la actividad criminal que aparentemente realizaban en el país, particularmente lavado de dinero, clonación y fraudes con tarjetas de crédito, falsificación de documentos, robos y trata de personas.

De acuerdo con las investigaciones, estas personas originarias de Colombia justifican la llegada a México por negocios, se instalan con un bajo perfil en zonas residenciales de clase media y media alta, y operarían con una organización criminal propia, se asocian con grupos locales o darían servicios a grandes cárteles, ya sea de lavado de dinero, falsificación de documentos o prostitución, por ejemplo.

Funcionarios consultados explicaron también que ninguna de las investigaciones ha concluido, porque la información es escasa, principalmente porque sus movimientos en la Ciudad de México son cubiertos con nombres falsos. “Tienen experiencia, saben operar, por eso dejan pocos rastros, ni sus vecinos los identifican. Para lograr identificar a toda la operación criminal se requiere de una gran coordinación con Colombia, con la PGR y todas las procuradurías”, explicó una de las fuentes consultadas que aceptó que este enlace institucional no se ha dado.

En la Procuraduría General de la República (PGR) se tienen expedientes desde hace unos cinco años en los que se alerta de la participación directa y activa en México de colombianos en robos a bancos, en el tráfico de drogas, lavado, crímenes por encargo y secuestros, por ejemplo, la mayoría en ocurridos en el centro del país; sin embargo, ningún grupo ha sido completamente desarticulado por parte de la institución y menos de una decena de ciudadanos originarios del país sudamericano.

Los ataques a ciudadanos colombianos se concentran sólo en tres delegaciones de la capital, Benito Juárez, Coyoacán y Miguel Hidalgo, y el caso de Huixquilucan en el Estado de México, por lo que las autoridades investigan su forma de vida en esas zonas y en las que desarrollaban sus operaciones aparentemente ilegales. Hasta ahora sólo se revisan los vínculos entre los dos últimos crímenes, pero la mayoría presentan un mismo modus operandi.

Hace tres días Álvaro de Jesús Eusse Osorio fue asesinado en una cafetería en Interlomas, en Huixquilucan, Estado de México, tenía 50 años. Esperaba a su hijo cuando un hombre le disparó y huyó en un vehículo. Autoridades mexiquenses informaron que tenía dos pasaportes con nombres diferentes, uno mexicano y otro colombiano, pero con la misma foto, además de una identificación de Venezuela.

Poco antes, el 22 de julio, Felipe Galindo Andrés, de 30 años, recibió tres disparos: dos en la espalda y uno en la cabeza. Descendía de su camioneta en el estacionamiento de un Sanborns, ubicado en Circuito Interior en la delegación Miguel Hidalgo, cuando fue sorprendido por una persona armada la cual disparó y huyó.

El procurador del Distrito Federal, Rodolfo Ríos, informó que Galindo Andrés tenía ocho tarjetas bancarias sin nombre y dos más con nombres distintos, y podría estar relacionado con la clonación de tarjetas. Mientras que la esposa afirmó que se dedicaba a la compra-venta de automóviles.

En todo 2013 se registró el crimen de un ciudadano colombiano, pero en el estado de Nuevo León. León Héimer Iván Cuéllar Pérez fue asesinado junto con otros 16 integrantes de “Kombo Kolomba”, y encontrado en una fosa en el municipio de Mina, era el único colombiano en la agrupación. Antes de morir tocaron en una fiesta para el Cártel de Los Zetas.

En el Distrito Federal no hubo crímenes, sólo el secuestro a plena luz del día de uno que fue videograbado por transeúntes y que ocurrió también en Benito Juárez. Unos días más tarde logró escaparse de sus captores y se refugió en la embajada colombiana, abandonando el país poco después, sin saber las razones de ese ataque y los autores.

Se trataba de John Jairo Guzmán Vázquez, un colombiano de 44 años, que reconoció que había llegado a México para robar, pero que nunca se involucró en otros delitos. Guzmán Velázquez dijo que logró escapar de sus captores, que lo tenían en Toluca, y que pidió ayuda para poder llegar a la embajada de su país.

Un año antes, entre agosto y noviembre de 2012, asesinaron a cuatro ciudadanos colombianos en calles del Distrito Federal. El 29 de septiembre, Jorge Nayib Roldán Fager, de 39 años, fue encontrado sin vida en la colonia Agrícola Oriental, en Iztacalco, tenía los ojos vendados, las manos y los pies atados y en su pecho había un mensaje: “soy colombiano y robé, por robar a la mafia lo fumigamos” .

Roldán Fager, se sabría semanas más tarde, vivía en la delegación Benito Juárez, pero abandonaron su cuerpo en Iztacalco.

El 16 de noviembre, José Ricardo Quintero y Aldemar Muñoz Moreno, de 31 y 26 años, respectivamente, fueron asesinados afuera de un edificio en la delegación Benito Juárez. Ambos recibieron al menos 13 disparos en el cuerpo y cabeza.

Quintero y Muñoz fueron detenidos tres meses antes en Coyoacán, durante un operativo antinarcóticos, en el que murió Carlos Sánchez Cedeño y donde les incautaron 47 kilogramos de supuesta cocaína, que posteriormente las autoridades dijeron que en realidad era jabón.

Los agentes de la PGR informaron que fueron recibidos a balazos y repelieron la agresión, en el lugar quedó el colombiano sin vida; un agente lesionado; tres colombianos, un israelita y un ruso detenidos, fueron liberados tras 60 días de arraigo.

Diez días antes de morir, Ricardo Quintero denunció que recibía amenazas por parte de los agentes para que dejara de acusarlos del robo, cometido el día del operativo, cuando lo despojaron los policías de una maleta con dólares. Su hermano, quien vive en Colombia también informó que recibía amenazas por parte de los efectivos.

Conexiones con las mafias canadienses

Thomas Gisby, canadiense de origen, fue asesinado el primero de mayo de 2012. Ocurrió en una sucursal de Starbucks en Nuevo Vallarta, Jalisco y fue hasta después de su muerte cuando se descubrió su identidad. Era uno de los narcotraficantes más importantes de la Columbia Británica.

Luego de su muerte, la policía canadiense temió que surgiera una guerra de pandillas por el control de los territorios en la Columbia Británica, zona fronteriza con el noreste de Estados Unidos.

Su presencia en el territorio mexicano confirmaba la vinculación de las pandillas canadienses con las mexicanas y sus operaciones en México. Desde 2009 se surgió la primera alerta, tras el asesinato de Gordon Douglas Kendall y Jeffrey Donald Ivans, también canadienses y pandilleros involucrados en el narcotráfico quienes fueron asesinados en Puerto Vallarta, Jalisco.