No me malinterprete. A AMLO le alcanza y le sobra capital político para terminar con todo, pero la desaparición de los autónomos no pasará en septiembre por lo siguiente: 1) el agotador episodio de la reforma judicial dejó a las hordas y al país sin mucho aliento político para seguir arrasando; 2) las reacciones internacionales, y especialmente de nuestros socios comerciales, Estados Unidos y Canadá, han dejado clara su fuerte preocupación y descontento, y 3) más importante aún es que el sometimiento de Sheinbaum a un desgaste aún mayor, aprobando todas las reformas antes del inicio de su Presidencia, especialmente la de los autónomos, significaría dejarla inerte e inservible, incluso si la pensamos como alter ego de AMLO. Mantener viva la idea de que ella podría tener su sello propio es una pieza importante en este melodrama.
La reforma judicial y la de la Guardia Nacional, que se aprobará próximamente, son suficientes para terminar de tomar el país; eliminar a los autónomos es importante en el diseño del nuevo régimen, pero no al mismo nivel: teniendo al Poder Judicial controlado y a las fuerzas armadas en la calle, todo lo demás es lo de menos.
En mi columna del pasado 24 de junio le decía yo que todos estos órganos tienen un distinto origen y vocación. La desaparición más dolorosa será la del INAI, pero es también la más codiciada por el régimen, pues representa la mayor amenaza a su nula voluntad de transparencia y rendición de cuentas.
En el caso del IFT y la Cofece, su diseño como organismos autónomos, si bien quizás fue un lujo, permitió avanzar durante 11 años en la consolidación de una regulación técnica y detallada, así como un andamiaje jurisdiccional que arropa un modelo de mayor predictibilidad en las decisiones y seguridad jurídica para los distintos actores. La Corte resolvió incluso que las facultades de estos órganos eran “cuasi legislativas y cuasi jurisdiccionales”, precisamente porque se trata de órganos que se abstraen de los tres Poderes del Estado y, como tales, toman un poco de cada uno; sin embargo, en la reforma que los elimina no se reajustan las atribuciones para ser ejercidas por la administración centralizada; dicho de otra forma, hay una anomalía muy peligrosa en este nuevo diseño: las “super facultades” pensadas para ser ejercidas por organismos apolíticos y técnicos ahora pasarán a una secretaría de Estado, y esto es muy riesgoso porque las decisiones volverán a ser inciertas, temporales y asociadas a la política.
¿Hay salvación para los autónomos? ¿Cómo deberían actuar sus cabezas en estos momentos? Leo todo el tiempo documentos y frases de estos órganos que explican (justifican) todo lo bueno que han hecho. Sin embargo, considero que deberían estar generando también dos documentos de manera urgente: uno que contenga una propuesta de reorganización interna -adelgazamiento- que involucre autocrítica seria (me parece que el INAI lo está haciendo), y otro que revise con minuciosidad la reforma y señale punto por punto aquellos temas que deberían ser eliminados, modificados o adicionados, para preservar lo alcanzado y evitar dejar a los particulares en estado de indefensión, como será en caso de pasar la reforma sin cambios. Entrevistas y tuits no son suficientes, se debe defender al sector, no sólo al organismo.
Abogada, presidenta de Observatel y comentarista de Radio Educación
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