Develan en el panteón de Zaragoza, Misantla, monumento de miembro viril

*Este sábado le fue cumplido su último deseo

| | 24 Jul 2022

De una altura de un 1.55 metros, 72 centímetros de ancho y un peso de 200 kilogramos, este sábado 23 de julio, en el panteón de la comunidad Ignacio Zaragoza, del municipio de Misantla, fue develada la estatua de un miembro viril, uno de los últimos deseos de “doña Cata”, fallecida un año antes, luego de haber superado el siglo de vida.

La señora Catarina Orduña Pérez tuvo una vida intensa. Fue ejidataria fundadora del ejido Ignacio Zaragoza y participó en la lucha por la reivindicación de los derechos agrarios.

Conocida por su tenacidad para hacer frente a la vida y sacar adelante a sus hijos, doña Cata -una mujer que no tuvo estudios pero aprendió a leer, escribir y “hacer cuentas”- fue conocida por la alegría con la que afrontó los retos que le presentó la vida, y la claridad de sus conceptos.

Ella se preguntaba siempre: “¿por qué no hay un día para festejar a la verga? Hay días para todo, y no se le hace justicia a esa parte del cuerpo de los hombres que es la que nos da la vida”.

Catarina Orduña Pérez luchó al lado de Florentino Fuertes Pascual para conseguir la fundación del ejido Ignacio Zaragoza, en 1953.

Eran tiempos convulsos en Veracruz.

Doña Catarina Orduña marchó al lado de personajes de la lucha agraria de Veracruz, como Galvarino Barria y participó en la formación de la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos.

Con la firmeza de sus convicciones, doña Cata sacó a delante a sus siete hijos, 13 nietos, 16 bisnietos y una tataranieta, pero nada de eso representó un obstáculo para disfrutar de la vida. Era alegre, fanática de la música y los bailes (aunque no tomaba alcohol), convencida militante del Partido Revolucionario Institucional (PRI), fanática del futbol y seguidora del club América en el futbol nacional.

Cuenta su familia que en alguna crisis de salud, ya a los 99 años de edad, doña Cata fue internada de urgencia pues presentaba derrames internos que ponían en peligro su vida. Luego de grandes esfuerzos para salvarla, ya en la cama del hospital, cuando volvió en sí, volteó los ojos hacia el enfermero que la cuidaba y le preguntó: “¿Cómo quedó el América?”.

Con una lucidez extraordinaria, a pesar de que ya rayaba el siglo de vida, doña Cata les dictó a sus hijos y nietos el epitafio que quería en su tumba:

“¡¡Aquí yace la señora Catarina Orduña Pérez a quien en vida y muerta siempre le pelaron la verga!!”.

Les pidió, además, que en su sepelio no hubiera lágrimas, quería música y fiesta, y que montaran junto a su tumba, una estatua de un miembro viril.

Este sábado le fue cumplido su último deseo.