06 de Junio de 2025
Estatal

El traje nuevo del emperador


Foto: Agencias .

*Interpretar a modo la letra de la ley es una falencia ética que impide, tal como dice Fernando Buen Abad, “la construcción de una comunidad de iguales”

Dra. Rosío Córdova Plaza . | Xalapa | 05 Jun 2025


Muy malos tiempos vivimos cuando las personas y los grupos que conformamos somos incapaces de distinguir entre lo que es ético y moral y aquello que responde a nuestros deseos personales disfrazados de bien común, de sacrificio por la comunidad o de mejor solución para los problemas colectivos.




Favorecer acciones arbitrarias que trastoquen el sentido de las leyes, normas y costumbres, las cuales contribuyen a fragilizar las incipientes democracias que se exhiben en todos los ámbitos de nuestra América Latina porque así conviene a los intereses de unos cuantos, es abonar a la continuidad de una subordinación que, al parecer, nunca nos permitirá alcanzar la mayoría de edad como colectivo que discute racionalmente en el espacio público. Interpretar a modo la letra de la ley es una falencia ética que impide, tal como dice Fernando Buen Abad, “la construcción de una comunidad de iguales”.


Este escenario es el que enfrentamos actualmente en la Universidad Veracruzana ante el inminente recambio en la rectoría. A pesar de que uno de los contendientes no cumple con los requisitos señalados en la Ley Orgánica, se está apelando a la decisión de seis, sí, SOLO SEIS miembros de la Junta de Gobierno para que se pasen por alto las condiciones no solamente más racionales, sino más sentidas de nuestra legislación.


Mediante el subterfugio de decir que una prórroga permite duplicar el tiempo del mandato (sí, mandato otorgado por la comunidad universitaria a una persona por confiar en que conducirá certeramente los destinos de casi cien mil personas), es una trampa que da carta blanca a algo con lo que bien puede no estar de acuerdo la mayoría de dicha comunidad. Asimismo, tal prórroga debería también cumplir los requisitos que se exigen para que se dé pie a esa continuidad.


Pero, consultemos las definiciones que brinda el propio Derecho sobre lo que significa una prórroga:


«Prorrogar» significa continuar, extender o ampliar el plazo de vigencia de algo, como un contrato, un plazo judicial o una competencia. Es como dar más tiempo a algo que tenía una fecha límite.


Ejemplos de prórroga en derecho:



  • Prórroga de un contrato: Se alarga la vigencia de un contrato más allá de su fecha de vencimiento.

  • Prórroga de un plazo judicial: Se extiende el tiempo para que un proceso legal continúe.

  • Prórroga de la competencia: Se amplía la autoridad de un juez o tribunal para conocer de un asunto específico, incluso si originalmente no era competente.

  • Prórroga de un plazo de pago: Se permite a una persona pagar una deuda con un tiempo adicional.


“En esencia, ‘prorrogar’ en derecho implica un aplazamiento o extensión de un término o plazo, permitiendo que un proceso o una situación legal continúe más allá de su fecha original” (DRAE, 23ª edición).


Pretender la continuidad del actual rectorado por un periodo similar al que ya disfrutó no es, por supuesto, una prórroga. Es un trastupije flagrante al espíritu de la Ley Orgánica que no puede resultar en nada bueno, sobre todo cuando el albazo está preparado para que el Consejo Universitario General a mano alzada apruebe mañana irreflexivamente sin medir las consecuencias, que el emperador se pasee en su traje nuevo. 


 


 





Investigadora Nacional Emérita