21 de Septiembre de 2024
Finanzas

Alza del dólar genera inquietud en los mercados emergentes


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*El alza del dólar provoca preocupación financiera en todo el mundo

Agencias . | Nueva York, EU. | 14 Dic 2016

La elección de Donald Trump provocó un mes de gran actividad entre los inversionistas que han experimentado el aumento sostenido del valor del dólar con respecto a las demás monedas del mundo.

Wall Street ha acogido esta alza como un fuerte emblema de la posibilidad de que la economía estadounidense esté lista para una próxima etapa, gracias a recortes a los impuestos, el gasto gubernamental y la reducción de requisitos normativos, medidas que el presidente electo prometió aplicar de inmediato.

No obstante, el alza del dólar provoca preocupación financiera en todo el mundo.

Los países de los mercados emergentes y las empresas que por más de una década han acumulado deuda barata en dólares ahora enfrentan un repunte en los costos de servicios y mayores deudas.

Además, los gigantes financieros globales —bancos, aseguradoras, fondos mutualistas, de pensiones y patrimonio soberano— que han financiado esta bonanza de préstamos por 10 billones del dólares deben enfrentar un periodo de altas tasas de intereses y condiciones financieras más estrictas, por lo que estarán menos dispuestos a otorgar créditos a empresas e inversionistas.

“Es la naturaleza ubicua del dólar y su papel en el sistema bancario global”, comentó Hyun Song Shin, investigador del Bank of International Settlements, un foro que agrupa a los bancos centrales de todo el mundo. “Cuando sube el dólar, afecta directamente la capacidad de bancos e inversionistas para asumir riesgos”.

Poco después de la victoria de Trump, Shin publicó un artículo que ha tenido amplia circulación porque argumenta que el nuevo “indicador del miedo” en Wall Street es la dirección en que se mueve el dólar.

Un alza abrupta en esta moneda debería considerarse una señal de emergencia para los inversionistas, escribió. Cuando se mueve en la otra dirección se encuentra en modo “riesgo encendido”, según el lenguaje de los intermediarios, lo que indica que es momento de evitar las apuestas especulativas.

Desde las elecciones, el índice del dólar para el comercio ha aumentado un cuatro por ciento. Sin embargo, este desplazamiento no refleja con claridad los pronunciados aumentos frente a varias monedas.

El dólar subió diez por ciento con respecto al peso mexicano y ocho por ciento contra el yen japonés.

En cuanto al yuan chino, el movimiento ha sido menos pronunciado, de solo 1,5 por ciento. No obstante, el lenguaje combativo de Trump hacia China ha originado inquietud en Pekín por la posibilidad de que los ahorradores locales intenten enviar más depósitos al extranjero, lo cual ejercería mayor presión sobre el yuan.

Ni los economistas, ni los encargados de las políticas han aceptado por completo esta nueva y polémica teoría de Shin.

Por ejemplo, William C. Dudley, presidente del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, el ente regulador que mantiene una vigilancia estrecha sobre los riesgos financieros, ha dejado claro que el alza del dólar debería considerarse como una señal positiva.

No solo se trata de que un dólar fuerte envía un mensaje positivo sobre el crecimiento continuado de la economía estadounidense, sino también da la esperanza de que Japón y Europa superen su racha de años de estancamiento deflacionario.

“El dólar se encuentra firme porque el público considera que la economía estadounidense tiene mejores perspectivas, lo cual es realmente positivo”, declaró Dudley en una entrevista reciente con CNBC. “Así que ese tema no me preocupa”.

Sin embargo, a Shin y su equipo de economistas no solo les inquieta la posibilidad de que el alza del dólar precipite una crisis en mercados sensibles como Turquía, Sudáfrica o Brasil.

También les preocupa el sistema bancario global y la posibilidad de que el alza del dólar acentúe el fenómeno de la escasez de dólares, que podría evocar la crisis financiera de 2008 y 2009, cuando un ímpetu global por la divisa estadounidense creó un pánico de liquidez.

Las tasas de interés por préstamos a corto plazo se dispararon por los cielos, por lo que los fondos de cobertura se vieron obligados a cerrar y los bancos no pudieron pagar.

“Lo que aprendimos del dólar es que todo está conectado”, señaló. “Los derrames y salpicaduras pueden tener un largo alcance”.

Una manera de observar este fenómeno es averiguar cuánto les cuesta obtener préstamos en dólares a los bancos que utilizan el yen, el euro y el franco suizo.

Desde las elecciones en Estados Unidos, obtener préstamos en dólares a corto plazo en todas estas monedas cuesta mucho más, aunque Japón es un caso aparte.

En países como Malasia, donde los exportadores decidieron guardar dólares por temor a que la moneda se debilite más, los bancos centrales están imponiendo reglas que exigen a las empresas cambiar hasta el 75 por ciento de las utilidades de sus exportaciones a la moneda local, el ringgit.

Otros analistas como Julian Brigden, de Macro 2 Intelligence Partners, han destacado conexiones entre periodos sostenidos de solidez del dólar y momentos de inestabilidad financiera. En particular, resalta dos periodos de este tipo.

El primero se presentó de 1979 a 1985, cuando el dólar subió más del 80 por ciento después de que Paul A. Volcker, quien entonces era el presidente de la Reserva Federal, aumentó las tasas de interés y el presidente Ronald Reagan subió al poder con una plataforma que prometía recortes a los impuestos.

Durante este periodo, la crisis de deuda de América Latina llegó a su tope y el déficit de la balanza comercial de Estados Unidos con Japón creció a niveles que resultaban inaceptables políticamente, lo que originó el Acuerdo Plaza, un convenio que celebraron Estados Unidos, Japón y Europa para forzar el debilitamiento del dólar.

También está el periodo de 1995 a 2002, cuando se propagaron una serie de crisis en el sureste de Asia que se sumaron al colapso de la bonanza “dot-com” en Estados Unidos.

En esas eras de fortaleza del dólar, los bancos centrales del mundo se vieron obligados a usar sus reservas para proteger sus monedas debilitadas y eso produjo un fenómeno que algunos economistas llaman contracción cuantitativa.

Se trata del mecanismo opuesto a la expansión cuantitativa, la política implementada por los bancos centrales durante la década pasada, en la que inundaron a los mercados globales de efectivo con el objetivo de estimular el crecimiento y combatir la deflación.

“Es causa de preocupación para Janet Yellen”, afirmó Paul Christopher, un estratega de inversiones de Wells Fargo Advisors. “Una economía global como la actual debe tener precaución en caso de que el dólar aumente demasiado, pues podría originarse una escasez de dólares y problemas de liquidez”.