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El cuerpo de Zuno será incinerado en Estados Unidos y sus restos serán trasladados a México.
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*Víctima de cáncer terminal, falleció en una cárcel de Florida, donde estaba recluido acusado de una “conspiración” para perpetrar los asesinatos de un agente de la agencia antidrogas y de un piloto de la Secretaría de Agricultura
Agencias . | Ciudad de México | 20 Sep 2012
Rubén Zuno, cuñado de Luis Echeverría Álvarez (su hermana María Esther fue esposa del ex presidente), murió ayer: desde hace 23 años —1989, sexenio de Carlos Salinas de Gortari— estaba preso en Estados Unidos, acusado de “conspiración” para perpetrar los asesinatos de un agente de la DEA, Enrique Camarena, y de un piloto mexicano, Alfredo Zavala, quien laboraba en la Secretaría de Agricultura, pero también trabajaba para el oficial antinarcóticos estadunidense.
Los hechos ocurrieron en febrero de 1985 (sexenio de Miguel de la Madrid) en Guadalajara, Jalisco. Ambas personas —el agente y el piloto— fueron ejecutadas por narcotraficantes y ex policías mexicanos.
Zuno estaba recluido en una prisión de mediana seguridad en Coleman, Florida, ubicada a unos 80 kilómetros de Orlando. Antes había estado encerrado en tres distintas penitenciarias. Sin embargo, durante las últimas semanas la mayor parte del tiempo estuvo internado en un hospital cercano de la pequeña ciudad de Leesbourg: padecía cáncer terminal.
El juicio y condena de 40 años aplicados a Zuno conformaron un catálogo de irregularidades: agentes antinarcóticos estadunidenses y fiscales de Los Ángeles pagaron cientos de miles de dólares a testigos “protegidos” —adiestrados para declarar—, todos ex policías mexicanos confesos de diversos crímenes —entre éstos, asesinato— con el afán de culparlo.
La fiscalía acusó a Zuno porque la tortura y ejecución del agente Camarena y el piloto Zavala se llevaron a cabo en una casa de Guadalajara que había sido de su propiedad. Durante el juicio Zuno aportó pruebas de que esa vivienda la había vendido meses antes (copias de cheques, contrato, recibos telefónicos), pero el jurado, influido por la fiscalía (alegaba que en México cualquier documento se puede comprar), las desechó.
El caso fue un escándalo en México y Estados Unidos: los testigos comprados e inducidos por la fiscalía y efectivos de la DEA no solo acusaron a Zuno: intentaron involucrar en el caso a los ex presidentes Echeverría, José López Portillo y De la Madrid, así como a dos miembros del gabinete de este último: Juan Arévalo Gardoqui, ex secretario de Defensa, y el secretario de Gobernación, Manuel Bartlett.
Bartlett, actual senador del PT, platicó horas antes de que falleciera Zuno. Narró que, como él era “mencionado” en el caso, una vez que ya fungía como gobernador de Puebla contrató a un abogado estadunidense, un ex fiscal de apellido Lightfoot (no recuerda si el nombre de pila era Michael, pero “la DEA lo amenazó” por asistirlo), para que realizara una minuciosa investigación, a fin de comprobar los “infundios” del expediente, los cuales exhibió ante el Departamento de Justicia, encabezado por Janet Reno. Gracias a eso, el fiscal lo dejó fuera del caso. Pero a Zuno, no.
El ex secretario de Gobernación cuenta que a la sazón se reunió con dos embajadores de Estados Unidos en México, John Gavin y John Dimitri Negroponte (uno trabajó para Ronald Reagan, otro para George Bush padre), a los cuales también les exhibió la documentación y les indicó que el caso de Zuno era un montaje. Según Bartlett, los dos diplomáticos le dieron la razón, pero le informaron que se trataba “de un caso político” de Washington, y que el gobierno de Estados Unidos no cedería. “No les hicieron caso, aunque pidieron que su país desistiera”, asegura, y agrega:
—Fue un acto político contra México. Zuno, sin conocerlo, te digo que era inocente. Su caso fue falso. Fue una víctima en ese juicio contra el Estado mexicano. ¿Por qué Zuno? Porque era el cuñado de Echeverría, querían desprestigiar a México…
Pero, ¿quiénes y por qué asesinaron a Camarena y Zavala?
Rafael Caro Quintero, uno de los capos de la droga más poderosos por aquellos años, había construido un enorme rancho de doce kilómetros cuadrados en los alrededores de una población semidesértica chihuahuense llamada El Búfalo. Ahí, a través de mecanismos de riego, sembraba mariguana.
Zavala, el piloto de la Secretaría de Agricultura que había hecho carrera militar, lo detectó desde el aire. A su regreso a Guadalajara, amistades policiales lo convencieron de dar aviso al consulado estadunidense, donde cuatro agentes de la DEA laboran, entre éstos Enrique Kiki Camarena. Así lo hizo y los efectivos estadunidenses notificaron a las autoridades mexicanas.
El 6 de noviembre de 1984 fuerzas federales (militares y policías) tomaron El Búfalo. Decomisaron casi 11 mil toneladas de mariguana. Caro Quintero averiguó quién lo delató y decidió vengarse de Camarena y su piloto. El 7 de febrero de 1985 el agente de la DEA fue secuestrado en el centro de Guadalajara. El mismo día Zavala fue plagiado por otro comando en el aeropuerto de la misma ciudad. Ambos fueron llevados a la casa que había sido de Zuno. Ahí fueron torturados y asesinados por Caro Quintero y sus sicarios. También estuvo presente otro narco de la época: Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto.
Ambos, y un tercer capo, Miguel Ángel Félix Gallardo, fueron capturados más adelante. Se les juzgó y sentenció, junto a varios de sus sicarios.
Los cadáveres de Camarena y Zavala fueron enterrados en un terreno del Parque La Primavera de Guadalajara. Sin embargo, como ahí mismo habían sepultado a otros ejecutados, los narcos decidieron sacarlos del lugar. Los tiraron en Michoacán: aparecieron un mes después del secuestro al lado de un rancho llamado El Mareño, a unos 100 kilómetros de Guadalajara, propiedad del ex diputado michoacano Manuel Bravo Cervantes. Agentes federales recibieron un pitazo acerca del lugar.
El 2 de marzo rodearon el rancho y se armó un tiroteo con los dueños, quienes dudaban que se tratara de policías. Terminaron muertos el dueño, su esposa y sus tres hijos. Los agentes mexicanos, asesorados por efectivos de la DEA, pensaban que ahí podían estar los cuerpos de Camarena y Zavala. Nada, no encontraron nada. Tres días después, el gobernador de Michoacán, Cuauhtémoc Cárdenas, protestó por “el atropello” contra los dueños del rancho y la presencia de los federales, sin que le hubieran dado aviso.
Ese mismo día por la tarde fueron hallados los cuerpos, pero no en el rancho, sino al lado, en un predio con nombre similar: El Potrero Mareño. Los restos de Camarena y Zavala tenían huellas de tortura.
A partir de ese momento, y a pesar de la captura de los narcos y de los asesinos confesos de Camarena y Zavala, inició el calvario de Zuno. Y un escándalo entre México y Estados Unidos…
En el libro que redactó acerca de su gobierno (México, un paso difícil a la modernidad, Plaza y Janés, 2000), el ex presidente Salinas de Gortari empieza a narrar los hechos así:
“A partir del asesinato de Camarena, ocurrido en Jalisco el 7 de febrero de 1985, varios agentes de esa corporación llegaron a la conclusión de que algunos miembros prominentes del gobierno mexicano habían participado en la planeación del crimen. Los agentes de la DEA utilizaron los servicios de algunos de sus pares mexicanos para “castigar” a quienes consideraban culpables. Todo esto a pesar de que más de 20 personas fueron juzgadas y sentenciadas en México por el asesinato de Camarena, entre ellas dos conocidos capos que ya purgaban sentencias de 40 años de cárcel (…).
Salinas de Gortari aborda el caso Zuno de esta manera:
“Durante mi administración, el cuñado del ex presidente Luis Echeverría, Rubén Zuno Arce, fue acusado en Estados Unidos de haber participado en el asesinato de Camarena. Durante el proceso, los testigos hicieron imputaciones a dos miembros del gabinete de Miguel de la Madrid: Manuel Bartlett y Juan Arévalo Gardoqui. Después de dos juicios, Zuno fue encontrado culpable y condenado a cadena perpetua. Durante el primer juicio, en 1991, el procurador general mexicano, Ignacio Morales Lechuga, denunció que se actuaba inmoral e irresponsablemente al construir falsos testimonios mediante distintas ofertas: dinero, inmunidad y protección a testigos.
“En abril de 1992, el procurador me envió un reporte sobre el caso Zuno. Me informaba que le había propuesto a su contraparte estadunidense que se desistiera de la acusación contra Zuno. Éste se opuso.”
Sobre los testigos comprados y adiestrados, el ex presidente cuenta:
“En diciembre de 1992, la PGR alertó que los testigos presentados en el caso Zuno no eran confiables, dados sus antecedentes penales, por haber recibido dinero de la fiscalía y además por haber sido cómplices ejecutantes en varios de los crímenes que se juzgaban.”
Aun así, a pesar de las evidencias de que el caso fue extremadamente irregular, el mexicano siguió preso. Para lograr su liberación, sus familiares trataron de utilizar desde hace semanas una figura jurídica de aquel país, el compassionate release, que permite que algunos presos sean puestos en libertad antes de que cumplan sus sentencias, siempre por razones de salud, de enfermedades terminales.
Pero no fue posible: Zuno ya había intentado salir bajo palabra en varias ocasiones y el Buró Federal de Prisiones se lo negó cuatro veces. La última ocasión, narraron a MILENIO Ruth y José Guadalupe Zuno (dos sus hijos, además de Rubén, Flor, Ana Isabel y Luis, del primer matrimonio; y Alejandra, José Alberto y María Esther, de su segunda esposa) le dijeron:
“No podemos dejar libre a alguien responsable de que miles de toneladas de mariguana entraran a Estados Unidos”.
Solo que él… jamás fue acusado de narcotráfico.
Otro mexicano, el doctor Humberto Álvarez Machain, también fue involucrado en el caso: al ginecólogo se le imputó que mantenía vivos a Camarena y Zavala mientras los torturaban. Cazarrecompensas contratados por la DEA lo secuestraron en Guadalajara y lo llevaron a Estados Unidos. Sin embargo, a diferencia de Zuno, a él sí lo dejaron libre, lo exoneraron…
El cuerpo de Zuno será incinerado en Estados Unidos y sus restos serán trasladados a México.
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