20 de Mayo de 2024
Internacional

La sensación térmica alcanzó 66,7 grados en Irán; en el límite para la supervivencia de la vida humana y animal


Foto: Agencias .

*Una demostración de que los escenarios extremos proyectados por multiplicidad de estudios en los últimos años en el contexto de la aceleración del calentamiento global no solo son cada vez más posibles y probables, sino un hecho con consecuencias desastrosas

Agencias . | Teherán, Irán | 19 Jul 2023

La ola de calor que recorre el hemisferio norte cuando se acerca al punto álgido del verano está poniendo a prueba los límites de la supervivencia humana en los lugares más calurosos de la Tierra.


Una demostración de que los escenarios extremos proyectados por multiplicidad de estudios en los últimos años en el contexto de la aceleración del calentamiento global no solo son cada vez más posibles y probables, sino un hecho con consecuencias desastrosas.


El aumento extremo de la temperatura en territorios, océanos y mares de todo el mundo está arrojando datos que se acercan o incluso superan los niveles más intensos que se consideran soportables por la vida humana y animal.


Solo en los últimos días, China ha alcanzado un máximo histórico de casi 52 grados Celcius, mientras que el Valle de la Muerte en California, durante muchos años el lugar más caliente de la tierra, ha alcanzado temperaturas de 53,3 grados, a dos grados de la temperatura más alta medida de forma fiable en la Tierra.


En el Estado español, Darnius y Navata, en el Alt Empordà de Catalunya, han batido el récord histórico de calor, alcanzando los 45,1 grados centígrados. Una cifra similar a la alcanzada en el Levante.


El domingo, en el Aeropuerto Internacional del Golfo Pérsico, en Irán, la sensación térmica alcanzó los 66,7 grados, condiciones que según los expertos superan la capacidad del cuerpo para regular su temperatura interna. Un adelanto de los peligros que se esperan en la medida que el calentamiento global aumente los extremos de calor y humedad.


Según los expertos, la cifra se logró a raíz de una combinación de temperatura extremadamente alta y la humedad atmosférica abundante. Según explica Colin McCarthy, trabajador de la aplicación meteorológica MyRadar: “Son condiciones intolerables para la vida humana y animal.”


Sin la ayuda del aire acondicionado, los ventiladores o la sombra, el cuerpo sólo cuenta con su propio sistema de refrigeración para soportar el calor. Parte del calor corporal puede escapar por convección y radiación, aunque eso sólo es eficaz si la temperatura del aire es inferior a la corporal, afirma un artículo de The Washington Post. De lo contrario, la sudoración es la única forma de refrescarse, transfiriendo el calor del cuerpo al aire al pasar de líquido a vapor. Pero esto también tiene sus límites.


“La sudoración sólo es eficaz para enfriar el cuerpo si se evapora”, afirma Larry Kenney, profesor de la Universidad Estatal de Pensilvania que estudia las respuestas fisiológicas al calor. El sudor que se acumula en la piel o gotea “representa deshidratación, sin ningún efecto refrescante”, afirma el experto.


Las investigaciones han demostrado que el cuerpo humano pierde su capacidad de enfriarse mediante el sudor a partir de los 35 grados centígrados (95 grados). Un estudio de Kenney publicado el año pasado estima que los sistemas de refrigeración del cuerpo luchan a una temperatura global aún más baja incluso, cercana a los 31 grados (88 Fahrenheit).


La exposición a tanto calor y humedad puede sobrecargar el corazón y hacer que la temperatura corporal aumente sin cesar, explica Kenney. Por eso el calor extremo es más peligroso para las personas mayores y las que padecen afecciones cardiacas.


"Sabemos que estas temperaturas extremas están matando a la gente ahora mismo", afirma Cascade Tuholske, profesor adjunto de la Universidad Estatal de Montana, según recoge el artículo de The Washington Post.


Este año, las condiciones extremas se están produciendo junto con un gran aumento del calor global, en un efecto combinado subproducto del resurgimiento del patrón climático de El Niño, que calienta el planeta, y el calentamiento provocado por la emisión descontrolada de gases de efecto invernadero. Es así que el planeta experimentó en junio un calor récord, una tendencia que continúa en el mes de julio y se extiende también a los océanos de la Tierra.


"El verano de 2023 está demostrando ser uno de los más calurosos, si no el más caluroso y peligroso", dijo Tuholske.


"Nunca habíamos visto nada igual", afirmó recientemente Carlo Buontempo, director del Servicio Europeo de Cambio Climático Copernicus, en otro artículo de The Washington Post. Dijo que cualquier número de tablas y gráficos sobre el clima de la Tierra están mostrando, literalmente, que "estamos en territorio desconocido".



Lo que sí es conocido es que los fenómenos climáticos extremos derivados del calentamiento global no son un fenómeno natural ni mucho menos inesperado. Son el resultado directo de un proceso acumulativo de emisión descontrolada e irracional de gases de efecto invernadero a la atmosfera vinculado directamente al desarrollo del capitalismo. De no modificarse en forma drástica y urgente esta dinámica, las consecuencias para el desarrollo y la continuidad de la vida humana y natural en el planeta serán catastróficas.


La catástrofe ambiental que nos amenaza no es una hipótesis teórica sino un pronóstico con base empírica inobjetable. Entre el negacionismo reaccionario y la farsa del capitalismo verde, sus cumbres climáticas y planes de transición ecológica, la disyuntiva planteada por Rosa Luxemburg, “socialismo o barbarie”, adquiere una renovada y urgente significación. Porque si el capitalismo destruye el planeta, es necesario destruir el capitalismo.