Para comprender la magnitud del evento, en Errachidia, una ciudad desértica en el sureste de Marruecos, se registraron casi 7 centímetros de lluvia. De acuerdo con Houssine Youabeb, de la agencia meteorológica de Marruecos, esto equivale a cuatro veces la lluvia normal para todo el mes de septiembre.
La mayoría de la lluvia cayó en zonas remotas y escasamente pobladas, pero también afectó a pueblos y ciudades de Marruecos, causando inundaciones mortales que provocaron la muerte de al menos dieciocho personas, arrastradas por los torrentes.
Imágenes satelitales de la NASA mostraron que la lluvia llenó lagos que estaban totalmente secos, como el del Parque Nacional de Iriqui, el más grande de Marruecos, y formó otros cuerpos de agua, sobre todo en las franjas del noroeste del Sahara.
Esta agua ayudará a alimentar las reservas de los acuíferos de la región, de las que dependen varias comunidades. Durante años, la sequía afectó a los agricultores de la zona, al punto de que algunos dejaron de sembrar para racionar este recurso.
Aunque estas lluvias intensas en la región han sorprendido al mundo por las imágenes que se han difundido, los meteorólogos están preocupados, ya que este evento podría ser un punto de inflexión. Una investigación ha concluido que habrá más eventos de este tipo en el Sahara, debido a que la contaminación por combustibles fósiles sigue calentando el planeta y alterando el ciclo del agua.
“Con el calentamiento global, el ciclo hidrológico se ha acelerado. Esto ha provocado un clima incierto e impredecible, lo que nos enfrenta a desafíos crecientes en términos de exceso o escasez de agua en ciertas regiones,” explicó Celeste Saulo, secretaria general de la Organización Meteorológica Mundial.
Afectaciones a largo plazo
El evento ha sido beneficioso para la población cercana al río Iriqui, pero traerá perjuicios a largo plazo, como la afectación a las tierras cultivables. Será necesario que la población construya infraestructura que mitigue los efectos de estas inundaciones en el futuro, incluyendo sistemas de drenaje adecuados, muros de contención y zonas verdes. Además, se deberá preparar a los habitantes para la gestión de riesgos en caso de inundaciones, ya que eventos de este tipo podrían volverse más frecuentes.