“Os exhorto, por tanto, a proponer y promover un estilo litúrgico que exprese el seguimiento de Jesús, evitando ostentaciones y protagonismos innecesarios”, escribió el Pontífice en un mensaje remitido al curso para responsables de las celebraciones litúrgicas episcopales que tiene lugar estos días en el Pontificio Instituto Litúrgico de San Anselmo en Roma.



En un nuevo documento que lleva su firma oficial, instó a los liturgistas reunidos en esta Universidad Pontificia vinculada con los benedictinos a desempeñar su ministerio “con discreción, sin alardear de los resultados de vuestro servicio”.


A pesar de la infección que le afecta a los dos pulmones y por la que necesita oxigenoterapia para respirar, el Santo Padre sigue trabajando desde el hospital como demuestra este mensaje, fechado el miércoles 26 de febrero, pero publicado hoy.


El Santo Padre asegura que el responsable de las celebraciones litúrgicas “no es sólo un profesor de teología”.


“No es un rubricista, que aplica las normas; no es un sacristán, que prepara lo necesario para la celebración. Es un maestro puesto al servicio de la oración de la comunidad”, señaló.


De este modo, aseguró que debe preparar las celebraciones “con sabiduría, para el bien de la asamblea”, traducir en “práctica celebrativa los principios teológicos expresados en los libros litúrgicos”, además de acompañar y apoyar “al obispo en su papel de promotor y custodio de la vida litúrgica”. 


Así insistió en que el cuidado de la liturgia es “ante todo cuidado del rezo, es decir, del encuentro con el Señor”. 


El Pontífice recordó también que al proclamar a Santa Teresa de Ávila doctora de la Iglesia, San Pablo VI definió su experiencia mística como “un amor que se convierte en luz y sabiduría: sabiduría de las cosas divinas y de las cosas humanas”.


De este modo, reivindicó el ejemplo de la santa española como una “gran maestra de la vida espiritual”.


Por otro lado, llamó a los responsables de la liturgia a preparar y guiar las celebraciones conjugando entre sí “la sabiduría divina y la sabiduría humana”. 


“La primera se adquiere rezando, meditando, contemplando; la segunda viene del estudio, del esfuerzo por profundizar, de la capacidad de escuchar”, agregó.


En todo caso, dejó claro que para tener éxito en estas tareas, es necesario que mantengan la mirada puesta en el pueblo.


“Esto les ayudará a comprender las necesidades de los fieles, así como las formas y modalidades para favorecer su participación en la acción litúrgica”, señaló.


Del mismo modo, destacó que en el culto “el encuentro entre doctrina y pastoral no es una técnica opcional, sino un aspecto constitutivo de la liturgia, que debe ser siempre encarnada, inculturada, expresando el credo de la Iglesia”.


“En consecuencia, las alegrías y los sufrimientos, los sueños y las preocupaciones del pueblo de Dios tienen un valor hermenéutico que no podemos ignorar”, manifestó.


El Papa Francisco citó al primer rector del Pontificio Instituto Litúrgico, el abad benedictino Salvatore Marsili, que en 1964 invitó a tomar conciencia del mensaje del Concilio Vaticano II, “a la luz del cual no es posible una verdadera pastoral sin liturgia, porque la liturgia es la culminación a la que tiende toda la acción de la Iglesia”.