22 de Noviembre de 2024
Cultural

El gran bofetón que nos dejó la pandemia son las desigualdades en el acceso al cuidado médico: Antonio Lazcano


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*El Colegio Nacional presentó una evaluación de lo aprendido, sufrido y los pendientes a desarrollar a raíz de la emergencia sanitaria por coronavirus, en la mesa redonda Balance sobre la pandemia Sars-CoV-2, coordinada por el colegiado Antonio Lazcano Araujo 

| | 13 Ago 2023


 



“Para todos es claro que la pandemia de Sars-CoV-2, que no ha terminado, nos dejó lecciones muy importantes sobre el papel de la ciencia, sobre el papel de una sociedad civil, sobre el papel heroico del personal de salud y sobre la necesidad de que todos tengamos muy claro que son eventos imprevistos que pueden volver a ocurrir”, expuso Antonio Lazcano, miembro de El Colegio Nacional, al coordinar y participar en la mesa redonda titulada Balance sobre la pandemia Sars-CoV-2. 


La sesión, realizada el 11 de agosto en el Aula Mayor de la dependencia, buscó presentar una evaluación de lo aprendido, sufrido y los pendientes por desarrollar a raíz de la emergencia sanitaria por coronavirus. El biólogo mexicano aseguró que, aunque no se olvidará lo que significó la pandemia a nivel individual y colectivo en la vida de los seres humanos, se entienden cada vez mejor los procesos ecológicos que pueden facilitar la existencia de una nueva emergencia.  




Puntualizó que “una cosa fue el desarrollo de las vacunas y otra la disponibilidad de las medidas preventivas. Creo que el gran “bofetón” que nos ha dejado la pandemia son las enormes desigualdades en acceso a la protección al cuidado médico. Que se pueden exacerbar, como lo vimos en el caso mexicano, por la incapacidad directa de autoridades médicas”. 




Agregó que “no podemos dar conclusiones definitivas sobre cuándo termina la pandemia, pero sí tenemos una serie de lecciones que nos deben mostrar que la ciencia, las ciencias médicas, son un elemento esencial para tener una sociedad igualitaria”.  




La mesa redonda contó con la participación de los colegiados y expertos en la materia Susana López Charretón, Julio Frenk Adolfo Martínez Palomo. Al tomar la palabra, la viróloga mexicana se refirió al papel que jugó la investigación científica durante la pandemia de COVID-19 desde su inició en diciembre de 2019. Recordó que, hasta hace un par de días, en el mundo se habían reportado más de 769 millones de personas diagnosticadas con este virus y, en los números más conservadores de la Organización Mundial de la Salud, la muerte de 7 millones de personas, pero la misma dependencia calcula que son, al menos, 20 millones de muertos.  


En palabras de López Charretón, existía un gran conocimiento acerca de esta familia de virus gracias a los estudios previos, se utilizaron plataformas desarrolladas anteriormente para producir vacunas y hubo una reconversión grande de laboratorios en el mundo que empezaron a colaborar en la solución. “Nunca había visto proveyendo de herramientas a todo el planeta de una forma desinteresada y una inversión inédita para la realización de vacunas”.   




En relación a la vacuna, aseguró que afortunadamente ya se tenían plataformas que llevaban mucho tiempo de estudio para otros virus y se aplicaron rápidamente. Al día de hoy hay 21 vacunas autorizadas para su uso por emergencia, 12 totalmente autorizadas y más de 120 nuevas vacunas para Sars-CoV-2 en desarrollo. “Más de 5 mil millones de personas, en todo el mundo, han recibido por lo menos una y esto es desigual, más del 28% de la población mundial no ha recibido ninguna vacuna por inaccesibilidad económica, algo que hay que remediar”.  




La colegiada enfatizó que, entre las lecciones aprendidas por la emergencia sanitaria,  “es clarísimo que necesitamos un apoyo sólido y sostenido a la investigación y la tecnología en todas las áreas, no basta con que se abran convocatorias enormes y se dé dinero a estos proyectos; se requiere aumentar la planta de investigadores y desarrollo tecnológico del país; crecer la colaboración entre grupos e instituciones; y participar activamente en divulgación científica y en comunicación de la ciencia”. 




Antonio Lazcano agregó que, entre los aprendizajes, también se encuentran las investigaciones realizadas desde la biología y la genética. Se sabe que las poblaciones de Sars-CoV-2 mutan mucho más lentamente, hay menos diversidad genética, porque es un virus nuevo, además, este patógeno no provoca una infección crónica, es decir, se transmite más rápido de lo que muta, con excepciones. “Todo indica que debido su estabilidad genómica no habrá niveles altos de variabilidad viral en las personas infectadas, las terapias antivirales pueden ser homogéneas, la aparición de resistencia será lenta, y una vacuna servirá para todas las variantes”.  




No es posible predecir la aparición de nuevos virus. Esto se debe a que la evolución biológica es un proceso multifactorial y es imposible predecir qué mutaciones se van a fijar en una población. Es mucho más fácil hacer pronósticos realistas sobre la evolución y propagación de los virus una vez que se han establecido en una población”, concluyó el científico mexicano.  




La sociedad civil  




Por su parte, el colegiado Adolfo Martínez Palomo hizo referencia al papel de la sociedad civil ante el COVID-19. Definió a esta sociedad como “todos aquellos grupos de personas que no están asociados al gobierno, a grupos políticos, a grupos religiosos y no tienen fines de lucro. Se reúnen como las asociaciones académicas para tratar de avanzar en el conocimiento y abordar problemas”.  




De acuerdo el médico mexicano, las gráficas para detectar los casos de contagio fueron realizadas por el Centro de Detección de Coronavirus de la Universidad Jhons Hopkins, que suplió al gobierno de Estados Unidos y al Centro de Detecciones de Enfermedades en Atlanta, quienes debieron tomar la batuta de orientar al mundo. También se creó un consorcio interacademias para difundir mejor la información y así evitar contagios. “Lamentablemente México no participó en este apoyo, porque el gobierno decidió destruir las academias, la Academia de Ciencias está prácticamente muerta, y la Academia de Medicina vive de milagro, les quitaron todo el dinero”. 




El colegiado sostuvo que, en países como España, colaboraron dependencias como La Real Academia Nacional de Medicina, que hizo un estudio sobre las vacunas; en Inglaterra, la Academia de las Ciencias Médicas no sólo abordó la parte científica, también las necesidades de la ciencia y las posibilidades de la industria; en Brasil, los miembros de su Academia de Ciencia se atrevieron a afirmar que la pandemia del COVID-19 tiene colapsados a los sistemas de salud pública. “La única manifestación de inquietud de la Academia Nacional de Medicina de México fueron dos cartas, una del 14 de enero del año 2021 y otra del 12 de marzo del mismo año, en las que, con mucha timidez, decía: por favor, vacunen también a los doctores”.  




“Para concluir, no sé si como El Colegio Nacional somos sociedad Civil, de hecho, desde el punto de vista legal, somos decreto presidencial, pero esta institución hizo muchas reuniones, a través de las redes, en las que trató diversos aspectos del COVID-19”, enfatizó el científico.  




En su participación, Julio Frenk, Rector de la Universidad de Miami y miembro de El Colegio Nacional, habló del saldo que dejó Sars-Cov-2 en México. Comentó que según los datos del Instituto para la Métrica y la Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington, el país tuvo aproximadamente 470 mil 314 muertes oficiales por COVID-19, el cuarto lugar en el mundo. Pero “las muertes estimadas en México llegan a la cifra de 770 mil 824, eso quiere decir que hay un 38% de exceso de mortalidad entre el 2020 y 2021, uno de los porcentajes más altos del mundo”.  




Detalló que la gran brecha que hay entre las muertes reales y estimadas se debe a la falta de pruebas. “México también tiene la tasa más alta de fallecimiento del personal médico con un 15%, eso se traduce en 4 mil 456 fallecidos por millón de habitantes, son números de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos”. Además, México sufrió la primera reducción generalizada en la esperanza de vida, en un siglo. “Perdimos 4.1 años, de 74.2 años cayó a 70.1. El promedio global fue de 2 años”.




Agregó que, entre las repercusiones a largo plazo que dejó COVID-19, se encuentran el retraso cognitivo y emocional entre estudiantes, los altos índices de deserción escolar y 215 mil 300 huérfanos a diciembre 2022. “Esto se traduce en una pérdida de capital humano y potencial de crecimiento económico”.  


Julio Frenk subrayó que es importante no ignorar las evidencias científicas. “La respuesta inicial fue tibia, tardía y descoordinada. No se hicieron pruebas de detección generalizadas. Se terminó el confinamiento en el momento equivocado y sin las precauciones debidas y se evadió la responsabilidad de la tragedia”. Aseveró que la pandemia por coronavirus mostró facetas oscuras, como la desigualdad social, las debilidades estructurales en los sistemas de salud y las debilidades a la seguridad global de salud.  


Pero también facetas luminosas, como “la colaboración científica ejemplar y las innovaciones en la prestación de servicios de la mano de la tecnología que ofrece un futuro muy prometedor para ampliar la calidad de los servicios. Termino con una frase del historiador israelí Yuval Noah Harari, quien el 31 de diciembre de 2020 dijo: La batalla de la humanidad contra COVID-19 ha sido hasta ahora un triunfo de la ciencia junto con el fiasco político.” 




La mesa redonda Balance sobre la pandemia Sars-CoV-2, coordinada por el colegiado Antonio Lazcano Araujo, se encuentra disponible en el Canal de YouTube de la institución: elcolegionacionalmx. 




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