La iglesia, rodeada por los tradicionales negocios del lugar y guiada por su vocación de servicio, adaptó algunos de sus espacios como consultorios improvisados para poner en marcha este proyecto. Desde infantes hasta personas de la tercera edad son atendidos por las y los alumnos de la Facultad de Odontología (FO) y la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza.
En los alrededores de la parroquia, lugar conocido como Plaza de la Soledad, hasta hace poco se encontraba un campamento de migrantes, instalado con sus propios recursos –como lonas, cajas de cartón o madera, colchones desgastados y algunos productos básicos para cubrir sus necesidades–. Aunque el campamento fue reubicado a pirncipios de abril a unas cuadras, muchas personas continúan acercándose a la iglesia en busca de atención médica.

Este proyecto inició en 2019 con las Brigadas de Salud Bucodental de la Facultad de Odontología, y también tiene como antecedente una Feria de la Salud coordinada por Alí Ruiz Coronel, investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales, que organizó en la parroquia, durante la pandemia de Covid-19. Con el respaldo de un Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica, Ruiz Coronel puso en marcha la iniciativa Open Door Clinic (Consultorio Abierto), que incluyó una campaña de vacunación contra el virus y una intervención de salud de primer nivel dirigida a personas en situación de calle.
“La campaña de vacunación fue nuestro primer acercamiento con el padre Benito, párroco de esta iglesia, ya que muchas personas en situación de calle acudían al lugar para recibir desayunos que se ofrecían desde entonces. Más adelante, con la llegada de caravanas migrantes, comenzaron a acudir también personas originarias de otros países en las mismas condiciones”, explicó Ruiz Coronel.
A la Brigada de la Facultad de Odontología se sumó este 2025 la de la FES Zaragoza. Ambas realizan la atención médica en coordinación con Fundación UNAM, como parte de su formación académica, que comprende el servicio social.
“El proyecto cuenta con el respaldo de Fundación UNAM, que proporciona los recursos necesarios para que los estudiantes atiendan a sus pacientes. También se encarga de su alimentación y transporte, llevándolos desde Ciudad Universitaria hasta la parroquia y regresándolos al final de la jornada”.
La barrera del lenguaje
Juan Carlos Rodríguez Avilés, coordinador de Brigadas de Salud Bucodental de la Facultad de Odontología, afirmó que la entidad se unió a este proyecto con una brigada semanal de servicio social.
Se brindan servicios de primero, segundo y tercer niveles, que consisten en la cuestión preventiva, restaurativa y quirúrgica. “En la clínica instalada con equipo portátil, se realizan limpiezas bucales, se enseñan técnicas adecuadas de cepillado dental, extracciones, hay aplicación de fluoruro, selladores de fosetas y fisuras, y el área de eliminación de caries en la que se obturan o se tapan las muelas con resinas, ionómeros de vidrio u otros materiales”, detalló.
Un grupo de 22 prestadores de servicio social de odontología atiende entre 100 y 120 pacientes por día. “Las y los jóvenes ya concluyeron su carrera, cubrieron todos los créditos, por tanto tienen los conocimientos para brindar estos servicios”.
Uno de los retos fue el lenguaje, “pues muchas personas migrantes no hablan español, ya que algunos vienen de África y hablan francés, portugués u otros idiomas; no obstante, se logró entablar una conversación más entendible con ayuda de la tecnología y los traductores”, precisó el coordinador.
Jeimmy Stephany Jiménez Trinidad, estudiante de la Facultad de Odontología, expresó que algunos de los casos que atendió fueron complicados, ya que a las personas se les ha dificultado tener una revisión bucodental, por lo tanto han llegado con problemas serios de higiene, incluso ciertas infecciones avanzadas y muchas caries”.
Por su parte, Luisa Ludovica Briseño Escamilla, también de la Facultad de Odontología, atendió a pacientes que acudían a consulta dental por primera vez en su vida. “Muchos vienen de países muy pobres o son de aquí y no han podido recibir atención y vienen con cálculo y enfermedad periodontal muy avanzada; los niños también llegan con mucho dolor”.
Rodríguez Avilés enfatizó que la atención hacia estas poblaciones también implica escuchar a los pacientes, pues ellos buscan expresarse y contar su vida. Por tanto las y los alumnos han fungido como receptores de las trágicas historias que han vivido las personas migrantes.

Testimonios
Ronald Ramírez, de 29 años de edad, es venezolano y papá soltero de un hijo de 12 años. Relató que viven en los campamentos y se dedica a limpiar vidrios en las calles, ya que no ha logrado solucionar la situación de su documentación. “Llegamos a Ciudad de México de todas las formas posibles, en tren, caminando, en autobuses; con la esperanza de brindar un contexto más seguro a mi hijo”.
Aseguró que agradece la “ayuda a los migrantes, quienes somos los más necesitados. A veces no tenemos dinero para comer, menos para que nos extraigan una muela, nos hagan limpieza dental o nos pongan resinas, que es lo que me harán. Entonces, este apoyo es de gran ayuda, aparte de que recibimos un trato humano y de calidad”.
En tanto, Wilding Hernández Gámez, de 27 años de edad, proveniente de Honduras, indicó que llegó a México hace dos años, trabaja en seguridad privada, y aunque en su caso ya pudo solucionar su documentación, afirmó que “nunca vas a dejar de ser un migrante y siempre es complicado salir adelante y tener una vida de calidad”.
Entonces, “que realicen estas iniciativas y nos brinden atención de calidad hace que nos sintamos parte de la sociedad, porque nos están volteando a ver y no nos dejan desamparados”, puntualizó.
Adquirir experiencia
Desde inicios de marzo, Elvira Martínez Islas y Óscar Omar Quintero Reyes, estudiantes de la carrera de medicina en la FES Zaragoza realizan su servicio social en la parroquia.
“Cuando llegamos no había un espacio donde atender a los pacientes. Lo hacíamos en la explanada de la iglesia, y no teníamos los instrumentos con los que ahora contamos para revisarlos. Gradualmente, fuimos amoldando un salón para que se pareciera lo más posible a un consultorio real, y ahí atendemos a casi 20 pacientes por día”, precisó Martínez Islas.
Los migrantes y las personas en situación de calle padecen muchas enfermedades, pero las más comunes son gastroenteritis, cefaleas y deshidratación. “Asimismo, a mediados de marzo atendimos un brote de escabiasis (enfermedad en la piel conocida como sarna) que se pudo dar por las condiciones en las que viven y recientemente hubo otro brote de piojos. Para ello les brindamos kits que incluyeron shampoos y cepillos”.
Además, de atender ese tipo de sintomatologías y los brotes, también les dan seguimiento a las enfermedades crónicas de las personas que asisten a la parroquia. El consultorio brinda atención de lunes a viernes de 10 a 15 horas.