21 de Noviembre de 2024
Cultural

La literatura infantil y juvenil contribuye a una cultura de paz


Foto: unam global .

*Cobra un carácter de supervivencia en contextos donde hay una comunidad que vive la xenofobia, el racismo y la discriminación: Anel Pérez, titular del CEPE

unam global . | Ciudad de México | 25 Oct 2024


 



Por Leonardo Frías Cienfuegos   


La literatura infantil y juvenil tiene un papel crucial en la difusión y promoción no sólo de las emociones, sino también de los derechos de la migración y los migrantes, y especialmente resulta útil para la supervivencia en contextos donde hay una comunidad que vive la xenofobia, el racismo y la discriminación, así lo expuso Anel Pérez Martínez, directora del Centro de Enseñanza para Extranjeros (CEPE).


Al dictar la conferencia magistral, en el marco del XIV Congreso Internacional de la Oralidad a la LIJ: Memorias de Iberoamérica, en el aula magna del Instituto de Investigaciones Filológicas, Pérez Martínez mencionó que dichos temas siguen siendo desafíos significativos, por lo que “visibilizar las experiencias migratorias y la literatura contribuye a una cultura de paz”.


La migración, continuó, es un tema muy complejo para la literatura, porque hay que marcar y desmarcar muy bien hasta dónde se encuentra la realidad y en qué punto el acto simbólico.


La también maestra en Historia de México por la Facultad de Filosofía y Letras consideró que el propio acto de leer no tiene que reivindicarse como conmovedor porque lo es, así, cualquier acto de lectura, toda vez que por iniciativa o no alguien decide aislarse por algunos momentos de su contexto para adentrarse en otro.


Aseguró que en la últimas dos décadas se ha mirado desde la literatura infantil y juvenil el fenómeno migratorio como fundamental, por ello hay que validar esta literatura en los programas y currículas de todas las universidades.


Más adelante, la exdirectora de Literatura y Fomento a la Lectura preguntó qué es lo pertinente en los libros para niños y jóvenes, cuál es la conveniencia de las lecturas en voz alta, de la oralidad, de evitarlas o incorporarlas o no a las bibliotecas.


“¿Por qué si podemos elegir el humor, la ternura, los finales felices, por qué tender a incluir también la tristeza, la muerte, la marginación, el dolor, la confusión para públicos lectores infantiles? ¿Cuál es la frontera entre las edades lectoras de niños, jóvenes y adultos? ¿Cuáles son las posturas que tendríamos que tomar, o cuándo deberíamos limitarnos porque esos libros no son pertinentes?”


Apuntó que respecto a esto existen diferentes posturas. “Optamos casi en automático por libros que enseñen o den alguna información útil al lector, pero olvidamos que la vida es un paquete completo, perdemos de vista la utilidad de lo monstruoso, el aprendizaje del horror”.


La gran ventaja para los lectores, abundó, “es que nos olvidamos por momentos de nuestra propia relación con la justicia para ser empáticos con las emociones de los otros, y ahí es cuando nos hacen creer en la defensa de la esperanza frente a una realidad social que debe indignarnos. Es un encuentro entre nuestras fragilidades con la hostilidad, el miedo, o nuestro propio caos emocional”.


Finalmente, subrayó que la lectura del libro, la oralidad, y ese encuentro de las narrativas son o pueden ser una condicionante para la supervivencia.


Hacia el final de su conferencia, Anel Pérez Martínez recomendó algunas obras sobre los temas abordados: Índice de los derechos de la niñez. Cinco años de incumplimiento de derechos (edición del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo, 2022), de Mario Luis Fuentes y Saúl Arellano Almanza; Abordajes interdisciplinarios sobre la niñez y la adolescencia migrante. Contextos de Centro y Norteamérica (CEPE/UNAM-Boston, 2022), de Marta Rodríguez-Cruz et al; y Migrantes (2020), de Issa Watanabe, entre otros títulos.