Si lo que dijo fue para consumo interno y apuntalar el consenso nacional, perfecto. Para eso sirve la propaganda. Si realmente lo cree, tenemos problemas. No hay una buena relación de Trump con Canadá, pero el manejo arancelario con ese país fue idéntico al de México, y se podría argumentar que obtuvo mejor trato Ottawa por temores a represalias en el campo energético.
Al mismo tiempo, relaciones cercanas de Trump como con el primer ministro de Reino Unido y el presidente de Argentina, no impidieron que les impusiera 10% de arancel a sus exportaciones, como también lo hizo con el presidente de El Salvador, que abrió las puertas de su cárcel de máxima seguridad para criminales deportados desde Estados Unidos.
Los aranceles a México y Canadá que fueron impuestos previamente se hicieron bajo el argumento de que ninguno de los dos había hecho lo suficiente para frenar la migración indocumentada y el trasiego de fentanilo. Si hubiera un momento en que Trump pensara que sus quejas se habían resuelto, el impuesto de 25% que tienen ahora los productos fuera del T-MEC, se reduciría a 12%. Es decir, todavía sería 2% más de lo que le está cobrando a Reino Unido, Argentina y El Salvador. El discurso presidencial, como se ve, no se sostiene en términos objetivos.
Pero en política existe lo ideal y lo real, y un político siempre busca acercar lo real a lo ideal. Se hace lo posible, en las condiciones de cada uno. Lo que hizo Sheinbaum, con su estrategia de no tocar a Trump ni con el suspiro, fue muy distinto a lo que hicieron Justin Trudeau y su sucesor como primer ministro canadiense, Mark Carney, quienes cruzaron golpes orales con el presidente estadounidense ante sus amagos y, no obstante, recibieron el mismo trato preferencial de México.
Por el tamaño de la economía canadiense y sus relaciones estratégicas con Estados Unidos –miembros del G-7, de la OTAN y del Norad, el paraguas nuclear en Norteamérica–, Trudeau y Carney tenían espacios de maniobra mucho más anchos que el que tenía Sheinbaum, que carecía de fuerza, como país, para tomar una postura beligerante. Se hizo lo posible en esta primera fase, lo que no significa que así deba quedarse, poniendo la mejilla cada vez que Trump golpee.
Ayer se vio un ejemplo de los parámetros entre los que se mueven con las radicalmente distintas reacciones de Sheinbaum y Carney a los aranceles contra sus productos. Carney anunció aranceles equitativos de 25% a todos los vehículos construidos en Estados Unidos que no cumplan con lo establecido dentro del T-MEC, excluyendo a México de esa acción retaliatoria. Sheinbaum se alejó por completo de cualquier posibilidad de medidas contra Estados Unidos, optando por el fortalecimiento y “aceleramiento” del Plan México, con 18 acciones concretas que buscan una incipiente industrialización, apoyar pequeñas y medianas empresas, estimular el consumo interno, y facilitar la tramitología para las inversiones.
Carney se sumó a la discusión en la Unión Europea sobre qué medidas tomar si Trump seguía adelante con los aranceles. Sheinbaum no se movió. Los dos fueron proactivos en Washington y enviaron a sus ministros a persuadir a los estadounidenses de tener un trato preferencial con sus socios norteamericanos, que se tradujo en mantener el status quo de las tarifas que les había impuesto, sin agregarles aranceles recíprocos.
Hay otras diferencias que Sheinbaum debe tomar en cuenta para evitar que su postura se debilite y aumente su vulnerabilidad. La más importante es construir una red de relaciones en Washington que presione a la Casa Blanca en su beneficio, como tiene Canadá. El miércoles, el Senado aprobó una medida con el respaldo de todos los demócratas y cuatro republicanos, para bloquear algunos de los aranceles contra Ottawa, argumentando que haberlos impuesto por considerar que no había frenado la migración ni el tráfico de fentanilo, era injusto.
El senador demócrata de Virginia, Tim Kaine, principal promotor de la resolución, aseguró que “la emergencia del fentanilo es por México y China, no por Canadá”. Estadísticas oficiales reveladas por The Globe and Mail, periódico canadiense, señalan que sólo una décima parte de 1% de los decomisos de fentanilo en la frontera con Estados Unidos puede ser atribuida a Canadá, mientras que 99.87% de la droga está vinculado a México, Estados Unidos, o tienen un origen desconocido.
México no tiene quién lo apoye. Nadie en el Capitolio, incluso de los estados más afectados por los aranceles a México, está promoviendo acciones similares. Tampoco ha querido Sheinbaum sumarse a un bloque que pudiera provocar una reacción negativa con Trump. Camina sobre una fina cuerda cediendo a buena parte de las presiones del presidente, para mantener vivo el acuerdo comercial que tanto necesita para alcanzar su objetivo de mejorar la economía y el bienestar, y no cambiará. Es decir, está haciendo lo posible.