Colosal exposición

*Naturaleza, religión, ciencia, arte, le sirven a Damien Hirst para reflexionar sobre la vida, la muerte y la fugacidad del tiempo

| | 13 Abr 2024

Escualos, ovejas, vacas, conservados en vitrinas de formaldehído --(El formaldehído es un gas incoloro, inflamable y de olor fuerte que se obtiene de la oxidación catalítica del metanol en fase de vapor)--, han llegado al Jumex en la mayor exposición en México del artista Damien Hirst. Vivir para siempre (por un momento) es el título de la muestra que nos permite recorrer su obra

Una estatua colorida y moderna de un sujeto con cabeza de tiburón y cuerpo humano sosteniendo un reloj de mano, situada frente al Museo Jumex en la Ciudad de México, con edificios urbanos al fondo bajo un cielo despejado.

Reflexión contemporánea frente al Museo Jumex: Una estatua moderna que captura la atención en la plaza, invita a la contemplación del arte y la vida urbana en la Ciudad de México.

Muerte, religión, naturaleza y arte, han estado presentes en su obra desde que empezó a destacar entre los jóvenes artistas británicos en los años 90. Nos recibe en la exposición su inspiración de gabinete, con farmacias, instrumentos de medicina que subrayan su creencia de que el arte cura. La farmacia como paisaje urbano.

Una gran pintura contemporánea compuesta por filas de puntos de colores vibrantes distribuidos aleatoriamente sobre un lienzo blanco, creando un efecto visual de festividad y movimiento.

Pero la estrella de la exposición son los tiburones en sus vitrinas, una imagen de impacto que asombró al mundo. El proceso viene de la biología en su deseo de conservar especies, el impacto del tiburón con su expresión temible es también un homenaje a la naturaleza y la historia natural. También es una reflexión sobre arte, vida y muerte. Siempre me ha interesado la división entre cuerpo y mente, lo uno y lo otro, la diferencia entre arte y vida, vida y muerte como el blanco y el negro.

Damien Hirst, el aclamado artista, se sienta en cuclillas frente a su conocida obra The Physical Impossibility of Death in the Mind of Someone Living, un tiburón suspendido en una vitrina con líquido conservante, simbolizando la delgada línea entre la vida y la muerte

El mundo religioso también aparece en su obra con la representación de vidrieras góticas, pero hechas con alas de mariposa. Un animal símbolo de resurrección que le sirve para recrear vitrales de catedrales.

Una esfera suspendida en el aire sobre amenazadores cuchillos nos muestra la fragilidad de la vida, ante el dolor o la muerte.

Un cenicero gigante como metáfora de un crematorio, el tránsito de la vida a la muerte.

Termina la exposición con un colorido y alegre homenaje a los cerezos en flor, obras de grandes dimensiones. Esos árboles hablan de belleza, de la vida, de la muerte. Son excesivos, casi vulgares, señala Hirst.

Escultura en negro de un hombre anatómicamente detallado sosteniendo su propia piel, simbolizando a San Bartolomé, en una mezcla dramática de realismo y simbolismo, contra un fondo neutro de galería.

Ornamentales, posan para que los pinte. Son fanfarrones. Pero también frágiles. Junto a los cerezos, la obra más cotizada de la historia del arte, una calavera humana incrustada de diamantes titulada Por el amor de Dios. En paralelo a la exposición del Museo Jumex, la Galería Hilario Galguera, pionera en traer obra del artista a México, también expone obra reciente del autor junto a piezas que unen naturaleza y arte además de obras icónicas. Naturaleza, religión, ciencia, arte, le sirven a Damien Hirst para reflexionar sobre la vida, la muerte y la fugacidad del tiempo. Y esta exposición repasa la obra y la trayectoria de un autor polémico y perturbador, que a nadie deja indiferente.