11 de Mayo de 2024
Estatal

Una política cultural


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*Más de dos horas de concierto, de pruebas, de nervios, de disonancias y arritmia, de armonía plena, de entrega, de saber

| | 23 Dic 2013

Anoche, con un cielo estrellado y una luna en cuarto menguante, la escuela Sonarte, presentó en el auditorio Sebastián Lerdo de Tejada del H. Congreso del Estado de Veracruz una pléyade de nobeles artistas tocando arpas, guitarras, violines y pianos. Cualquiera, que vive en Xalapa, sabe que un festival así no es una cosa extraordinaria, pues escuelas de música la hay por doquier, lo realmente interesante es que en dicho festival, tocó nada más y nada menos que nuestro correligionario y dirigente estatal y nacional Daniel Nava Trujillo; pero además, la anfitrionía corrió a cargo del diputado Jesús Velázquez al gestionar el préstamo del auditorio y estar presente en el evento, como buen melómano que es.

La música no sólo amansa a las fieras, sino que otorga un profundo sentimiento humano a quien dueño de la escala musical es capaz de producir música en los instrumentos más raros construidos por el ingenio del hombre. Así, alejados de las vociferantes voces de los políticos, del ruido cacareante de un debate sin fin cargado de demagogia, las ágiles manos de los concertistas nos trasladaron a la placidez de la música clásica y autóctona que en sus variados ritmos, crearon un verdadero lenguaje capaz de arrobar nuestros corazones y hacer fantasear con la felicidad a nuestro entendimiento.

Atrás quedaron, en ese mismo recinto, las arcaicas e inútiles comparecencias de los secretarios de despacho que durante tres semanas llenaron la plaza con amaestrados burócratas, que como viejo coro, lanzaban hurras y vítores a sus jefes patronos, dijeran las sandeces que dijeran.

Pocos del PRD acudieron a la cita, sin duda alguna, a los que aún les queda corazón y capacidad de sorprenderse ante la belleza de la música.

Ahí con un ensamble de arpas, Daniel, nota a nota hilaba el “Hey Jude” de los clásicos Beatles, recorriendo las verticales cuerdas una a una de una esbelta arpa negra… no pasaba por su cerebro ninguna preocupación politiquera del partido, seguramente el hábil cerebro había arrinconado en el olvido las escenas y los gritos del último pleno, donde los dirigentes más cínicos y corruptos, defendieron lo indefendible: la compra y negociación de plazas para maestros, de negocios particulares, de casas, coches y todo tipo de prebendas que la mala política suele entregar a los facinerosos dirigentes, de islas de poder familiar como a la vieja usanza del peor nepotismo… ahí el nobel arpista juntaba lo mejor de una izquierda que debe poner en el corazón de sus políticas el humanismo, lo más excelso de las conductas humanas y no las más bajas y ruines.

Mas de dos horas de concierto, de pruebas, de nervios, de disonancias y arritmia, de armonía plena, de entrega, de saber: “que la música, no sólo hace músicos, sino hombres de bien capaces de sentir y construir lo mejor de este mundo”, tal y como lo dijo el director del evento. Ahí, nadie podía comprar el voto de agrado del auditorio, todo mundo sabía que tenía que dar lo mejor de sí, y… ¡vaya que lo dieron!

Salimos noche, el cielo seguía limpio y frio, las estrellas nerudianas tiritaban solitas a lo lejos, la luna se alzaba en el horizonte a media luz, estaba menguando; las familias de los músicos y los músicos mismos llevaban henchido el corazón; toda laaudiencia se iba sacudiendo del cabello, de la cara, de la ropa un sin fin de dorremis que habían entrado por los oídos y salían a borbotones por todos lados.

¡Bien por la izquierda que canta a la alegría!

Les deseo a todos y a todas felices fiestas de fin de año.